Nuevo partido en Perú, analizando desde la Ignorancia su Matriz, el MAS Boliviano.

Hace ya algún tiempo, partiendo de una premisa "equivocada", escribí un comentario bastante largo sobre la ideología del MAS boliviano, para la "otra" bitácora, ahora me dispongo a trasladarla, sobre todo por lo que sigue pasando en Bolivia. Es importante tener en cuenta que para todo el análisis he partido de lo que publican en su página.

El 9 de abril de este año se creará, en la ciudad del Cusco, el MAS Perú, el Movimiento al Socialismo
(MAS) boliviano estará presente en dicho acto, y, parece ser,
colaborará estrechamente con el MAS Perú en la consecución de sus fines.

No
conocía este partido (más allá de saber que en Bolivia existía), pero
me he dado con la sorpresa que actualmente es el “ganador” de las
municipales en dicho país, y que es la segunda fuerza en el Congreso
boliviano, así que me metí en la red para buscar datos de este partido
(en concreto, buscar su página oficial, si la tenían).

Se definen como un movimiento campesino, indígena, obrero y popular, bueno, mejor cito las palabras de su presentación:
“el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP) y se
reconoce parte del Movimiento Continental Indígena, Negro y Popular
(…). Formado por auténticos representantes de los pueblos indígenas,
campesinos y obreros el MAS es, actualmente, la expresión de todos los
sectores marginados de la sociedad que, oprimida por el modelo
neoliberal y por la globalización, lucha por sus reivindicaciones, por
su identidad, su autodeterminación, la soberanía y la dignidad”.

Parten, como muchos movimientos indígenas (y no va a ser la excepción máxime cuando se reconocen como parte de estos) de una idea utópica de la vida precolonial,
de sistema comunitario y en armonía y paz. Esta idea es históricamente
errónea, por muchas razones que no son necesarias plantear (entre
otras, el sistema era claramente clasista, y, aunque los ayllus son
dignos de emularse en muchos aspectos, nos recuerdan al sistema
comunero castellano, donde tampoco se daba una distribución de cargas y
derechos por necesidades y capacidades, que es lo que ahora “se nos
vende” desde los movimientos que reivindican momentos concretos de la
historia política). Sólo un apunte “nuestra sociedad era ajena a la
delincuencia”, sobre esto, dos cosas, uno, si se tienen normas contra
la delincuencia es que esta existía, así de básico es el Derecho,
cuando regula algo es porque en la realidad existe, y desde mucho antes
que lo regulase, y, dos, eran sistemas manchados de sangres, de
guerras, de sacrificios humanos ¿quién puede negar que la grandeza del
Tahuantinsuyo no costó la vida de muchísima gente sobre todo en ese
siglo de hiperexpansión?

Sigue su programa insistiendo en esa
vida precolonial, de los ayllus y demás, nos indican cosas como que se
regían por “leyes que van más allá de cualquier principio capitalista o
socialista”, no es que vayan más allá, ni más acá, es que el
capitalismo es muy posterior a la conquista de América, al igual que el
Socialismo, tampoco es que sean más o menos retrasadas, sino que eran
las normas del momento, en constante cambio, como toda realidad
normativa y sociológica.

Tiene una declaración de principios que
definitivamente une a unas personas con unas tierras, está bien si se
quiere definir la mutua dependencia que entre estas existe, lo malo es
que es fácilmente manipulable para acusar de invasor a cualquier otro
que pise esas tierras, lo cual, como todo nacionalismo, es xenofóbico,
o puede serlo si el discurso se blande mucho para tocar las
sensibilidades de las personas. Esa misma declaración de unión de los
campesinos a la tierra sirve para cualquier cultura en cualquier tiempo
en cualquier lugar, siempre que tuviesen necesidades tan bizantinas
como el comer y no estemos ante una economía de maná.

Esto son el
tipo de declaraciones que, como mestizo, reconozco que no me gustan un
pelo: “hemos sufrido durante más de 500 años de colonización extranjera
una constante agresión a la soberanía de nuestros pueblos”, de nuevo
hay que recordar la dinámica de todas las culturas, contando a las
suramericanas, que vivían, mal que bien, de guerra en guerra y tiro
porque me toca, decir que vivían en paz es una falacia, porque,
incluso, tenían guerras civiles, como la de Huascar con Atahualpa,
cuando llegaron los conquistadores (que no colonizadores) españoles y
que facilitó la tarea de los hombres subidos en bestias.

Cuando
el discurso económico y de clase, en busca de un modelo igualitarista,
se remplaza por el nacional y étnico con un claro enemigo en lo
extranjero se comete el error soviético-estalinista en el entendimiento
del comunismo, y, por extensión, del socialismo, la idea “sin clases”
se vuelve en “nosotros sin clases, ustedes como quieran”, con lo cual
ya hay dos clases, una de las diferencias que no solemos tener en
cuenta es el elemento de extranjería, que suele dividirse en dos
clases, extranjeros amigos y extranjeros enemigos, estos segundos son
el blanco del odio azuzado para conseguir réditos políticos, y son el
verdadero cuarto mundo que se va produciendo en el contexto
internacional, tal vez sean una de las clases más marginadas, quedando
un poco de lado su posición económica y racial, incluso.

Este
tipo de discursos me recuerda muchísimo al de los campesinos de extrema
derecha franceses, que se oponen frontalmente a la globalización (como
la vivimos) y a todo proceso integrador, no por cuestiones de
solidaridad, sino todo lo contrario, son movimientos que construyen
para sí, sin mirar al resto con solidaridad, sólo con odio, y que por
principio miran con una especial lupa el pasado, cuando lo que importa
es el futuro. Me recuerdan mucho a la forma de interpretar la máxima
“piensa en global actúa en local” de muchos Gaztetxes euskaldunas,
donde se piensa en lo que pasa en otros lados sólo para blindar tu casa
contra estos acontecimientos, sin tender la mano en la construcción de
un futuro por y para todos. Es, para decirlo desde el otro extremo,
como enseñarle a alguien el futuro de las pensiones públicas de
jubilación, para animarle en que se pase a las privadas, quien pueda
bien, el resto que se joda.

Estoy bastante de acuerdo, en líneas
generales, con su declaración contra los abusos de la globalización
(como se está haciendo), pero no comparto su insolidaridad manifiesta
en cuanto a los recursos naturales, nadie merece más por donde nace,
esta máxima también se debería aplicar a los recursos de su entorno.

No
voy a entrar a considerar el análisis económico que hacen de la
realidad Boliviana por dos razones, primera, no la conozco a fondo,
segunda, las generalidades que usan contra el modelo económico, en los
rasgos principales, las comparto plenamente.

Hablan de Bolivia
como una entidad actual, pasada y futura , lo cual, sobre todo en el
“pasada” es curioso, ya que acusan al colonialismo de haber disgregado
el Tahuantinsuyo, hablan de “Como nuestros antepasados, viviremos de
todas las riquezas que nos legaron, para lograr la autosuficiencia
nacional, el no depender de nadie. Aprovechando diversificación de la
misma a las necesidades nutricionales de la población, produciremos
nuestra comida.”, es cierto que todas las partes del todo planetario
deben tener cierta autosuficiencia en cuanto a cubrir sus necesidades,
pero no es menos cierto que es totalmente imposible ser plenamente
autosuficiente, e, insisto, eso de “merecerse” la tierra que pisas es
uno de los errores más grandes, sobre todo porque el que haya personas
en América se debe a migraciones de otras partes (depende de la teoría
que sigamos responden a uno u otro lado), ninguna tierra pertenece a
nadie, es para todos y así debe ser concebida, al igual que el producto
resultante de todos los sistemas de la sociedad integrada debe estar
distribuido con respecto a las necesidades de las personas, y no en
función de su localización física o capacidad de producción de otros
bienes o servicios, si no, volveremos a caer en regímenes feudales y/o
capitalistas.

“(…) industrialismo y modernidad, no están
haciendo otra cosa que remacharnos en el atraso, en la dependencia, en
la opresión y en la muerte de nuestra cultura andina y amazónica.”
Supongo que esa gente no querrá volver a los tiempos antiguos donde las
personas tenían una calidad de vida ínfima, donde la expectativa de
vida no superaba los 40 años y donde la mortandad era tan alta que la
media de edad estaba por debajo de los 18, las culturas no son entes
estancos, como parece que las conciben, sino dinámicos, que siempre
están en mestizaje, que siempre están desarrollándose, si las
entendemos desde una perspectiva estancada, apaga y vámonos, que acá no
se construye nada. Volvamos pues a la guerra entre los pueblos
indígenas, que es como vivían, volvamos al morir por una simple
enfermedad, volvamos a la no existencia de preservativos, y un largo
etcétera.

“(…) producir para la comunidad, mejorando la vida de
nuestras familias, más que alimentar la vida en las ciudades y en los
países enriquecidos, produciendo más barato para ellos” Declaraciones
como esas son totalmente insolidarias, está claro que todos deben
producir de forma digna, ese es el socialismo, la construcción de una
sociedad por parte de quienes producen los bienes y servicios, o sea,
los trabajadores y campesinos, el socialismo ni es ni puede ser
entendido como “hagamos nuestra comida y que el resto se jodan”, eso es
egoísmo, destruye una de las premisas del socialismo, que es la
solidaridad ¿cómo pueden hablar del Ayllu y rechazar los actuales
“macroayllus”? Es cierto que actualmente el campo da mas a la ciudad
que la ciudad al campo, de eso no cabe duda, pero plantear voltear la
tortilla no es un objetivo mas que asesino, sólo en Perú, si algo así
se propusiera, estarías condenando a la muerte a unas 8 millones de
personas, eso o a que invadan el campo por comida. Seguramente la
declaración de principios como ese van por otro lado en cuanto a su
práctica, pero está claro que fomentan en la población un sentimiento
de odio hacia otras personas.

Aunque luego, en las políticas
concretas, ya matizan las proclamas al viento “Acabaremos con la “libre
importación”, especialmente de alimentos, para importar sólo aquello
que nosotros no podemos producir y sin embargo necesitamos”, sigue
planteándose, eso sí, desde una perspectiva insolidaria de principio,
desde el yo antes que el nosotros. Por ejemplo “Prohibiremos la
exportación de materias primas que no tengan valor agregado, porque
sólo despojan al país de sus recursos naturales, a cambio del
enriquecimiento de economías ajenas y de unos pocos bolivianos. Daremos
un trato especial a las exportaciones nacionales de productos
semielaborados y terminados, así como para la adquisición de
maquinaria, herramienta de trabajo e insumo.” No se parte siquiera de
“exportaremos lo que nos sobre” sino, tajantemente, se prohíbe la
exportación de alimentos, cuando estos podrían venir más que bien a
zonas con déficit en la producción de alimentos pero con capacidades,
por lo que sea, de producción de maquinarias y demás ¿de que van a
comer unos y qué van a usar los otros?

El planteamiento parte
de la base de lo mío es mío y lo tuyo depende. Es cierto que en una
economía de mercado global la exportación de ciertos productos no tiene
más que el sentido de favorecer a los más ricos, se ve con el algodón
peruano, muy usado por grandes trasnacionales textiles, que nos compran
algodón incluso más bajo del precio de producción del mismo para luego
vendernos la ropa que producen con precios “de marca” inalcanzables
para el peruano medio. Por ello, cualquier solución de “un Estado
bonito y socialista” en un mundo capitalista es cerrar los ojos ante
las necesidades del resto de clases oprimidas (por ejemplo, los/as
trabajadores/as filipinos/as de las plantas contratadas por Nike, Puma,
Adidas y demás), no se construye el socialismo, se construye un bunker
que tarde o temprano se derrumbará con más pena que gloria, claro
ejemplo, la Unión Soviética, en esto sigo las consideraciones de
Troski, basadas en Lennin y demás gente que entendía la internacional
como el instrumento canalizador de la comunitarización del mundo.

En
las políticas concretas (como se ha visto en el párrafo anterior) el
discurso cambia a algo más realista, sin olvidar la “tierra” en ningún
momento, sin dejar de hablar de la “soberanía nacional”, es curioso que
hablen con un concepto tan claramente “occidental” y tan alejado de la
cultura andina (y no digamos ya de la amazónica), es como si, ante los
comuneros castellanos hablase constantemente del ayllu, no tiene más
relación que el desconocimiento y poca base que suelen tener los
movimientos que miran al pasado con interpretaciones utópicas y
conceptos inexistentes. Para mirar al pasado se deben hacer prácticas
como la de “Ciudad Antigua” (creo que se llama el libro) en que se
analizan las sociedades antiguas europeas desde el punto de vista de
esa misma sociedad, y no desde los conceptos actuales ni
reinterpretaciones de su funcionamiento social.

Sobre la
construcción o reorganización del ayllu, no me queda más que aplaudir
cualquier iniciativa con bases comuneras, pero siempre con las críticas
ya expuestas a su base insolidaria.

Apoyo, claro, su política
contra la deuda externa, al menos contra la que ya es demasiado
pasada… Cabe recordar algunas cuestiones, como que Perú está pagando
los intereses de los préstamos ingleses para la independencia de Perú,
es absurdo por todos lados.

Otras políticas son demasiado
concretas para el análisis de principios que estoy llevando a cabo,
siempre desde un desconocimiento parcial del Movimiento, me baso en lo
que dicen y como lo dicen.

Detesto cuando se habla de “intereses
nacionales” y de soberanías y estados, todos los que me leen saben lo
que opino al respecto, así que tampoco voy a incidir mucho en estos
aspectos, puesto que también se han visto reflejados en el largo de
este documento (que es mucho más extenso de lo planeado).

Eso sí,
luego recuerda la integración latinoamericana como necesaria, es
curioso, puesto que nuestra unidad (y sentimiento de tal) como conjunto
no viene de un pasado lejano, sino más bien del colonialismo español,
que nos sometió a todos por igual, y que nos dio, a su vez, una cierta
identidad conjunta. Curioso ¿no?

“Planteamos la creación de un
Tribunal de Paz Internacional, que en su caso juzgue, condene y
sancione a los Gobiernos y Estados que provoquen situaciones bélicas
con fines de dominación económica, social, política, étnica o
religiosa, poniendo en peligro la estabilidad del mundo y los valores
humanos y humanitarios.” Técnicamente ya existe dicha corte, se llama
“Tribunal Internacional de Justicia”, lo malo es que, como todo el
Derecho Internacional Público, para que un Estado reconozca una
Sentencia o para que el tribunal entre a conocer de un asunto, dicho
Estado debe haberse reconocer ese tribunal, y por supuesto que un
Gobierno de un Estado al que dicha corte no convenga no va a ratificar
el tratado Internacional por el cual se constituya el Tribunal, lo
vemos claramente en Estados Unidos y su “relación” con la Corte Penal
Internacional. Y en todo caso, partiendo de la soberanía de los pueblos
(como parte este manifiesto boliviano del MAS), no se podría imponer a
ningún pueblo un tribunal que no reconociera, y todo, como siempre,
queda cubierto desde los intereses de un pueblo soberano, que no es más
que los intereses de los dominadores.

Cerca al final nos recuerda
un proceso de construcción de abajo a arriba, de esos que tanto me
agradan, pero sueltan, casi al final de su documento, una de esas
declaraciones nacionalistas que no hacen más que dividir, recuerdan la
sangre, ¡hablan del espíritu del Inca! ¡Recurren a una figura netamente
jerárquica para hablar de los pueblos y personas!

Para los diez puntos en concreto de dicho movimiento, pueden mirar esta página. Definitivamente el orden de los puntos me parece demasiado nacionalista y que se olvida del fin último del socialismo.