Entre estas páginas infinidad de veces me he referido (y pronunciado a favor) del Voto facultativo*, pues bien, días atrás el aprista José Vargas presentó una iniciativa para para eliminar las multas dentro de la obligación a votar, declaró que: «cuando las personas van a votar, estando amenazadas por una multa, no están ejerciendo libremente ningún derecho». Y estoy de acuerdo. Mucha gente ni vota informado ni vota queriendo, y esto se refleja en dos rubros fundamentalmente: Los votos en blanco y nulos (que en Perú tienen el mismo tratamiento) y el alto porcentaje de voto que se decide el mismo día de la elección.
Todos aquellos que hablan de la falta de legitimidad de una elección si es que no votara casi nadie (además de ser una afirmación falsa, como vemos en todos los sitios en que va menos del 50% a sufragar) no sé cómo pueden preferir la alta participación bajo amenaza de multa y el abultado número de votos nulos y blancos (en las últimas regionales, solo como ejemplo, en Lima se depositaron un 12,91% de votos blancos y un 10,96 de votos nulos, lo que convierte estas dos opciones en la segunda y tercera «fuerza política» en votos emitidos**) a un electorado libre desde el momento en que decide si ir o no a votar.
Tampoco, todos esos que se asustan (públicamente) ante la perspectiva de una baja participación, han pedido que se anule el resultado del referendo en el exterior (con una participación del 16,53%) ni han puesto el grito en el cielo porque en todas las últimas elecciones se ha exonerado de la multa a los residentes en el extranjero, más aun, para el referendo la exoneración vino antes de las elecciones y no después (con lo que existían confusión y se decía, hasta por el personal de la ONPE, que este referendo era de participación voluntaria, pues no, era obligatorio, pero sin multa).
Volvamos a la iniciativa del APRA (que fue rechazada por 10 votos en contra y solo cuatro a favor), Raúl Castro, que sí tiene una esquizofrenia curiosa con este tema (como ya expliqué en otra ocasión, presentó un proyecto en favor del voto voluntario y meses después se plantó como firme defensor del voto obligatorio), en su día dijo que eliminar la multa, podría ser, siempre y cuando se le recuerde al ciudadano «que votar es una obligación, primero, y segundo, que no estará sujeto a una multa pecuniaria» y que, además, el ciudadano tendría que explicar al JNE por qué no ejerció su obligación a votar (trabajo más absurdo para el JNE tener que leer más de 3 millones de cartas de ciudadanos que no ejercieron un derecho).
La iniciativa sí es una forma indirecta de instaurar el voto voluntario, no en Derecho, pero sí en la práctica, eso debemos reconocerlo, y así ocurre en muchos países de nuestro entorno, que si bien tienen voto obligatorio, las sanciones o son inexistentes o no se cobran nunca (no es como en Perú, donde la ONPE bien que cobra las multas sin mucha falta), con lo que el voto en efecto se vuelve «libre», una decisión soberana y no coaccionada del ciudadano.
El otro argumento muchas veces repetido de «el voto voluntario favorecerá al APRA» (esgrimido por un miembro de la bancada del Partido Nacionalista Peruano, Cayo Galindo), me parece clave, no para justificar el voto obligatorio, sino para levantar el velo hipócrita de los defensores del voto obligatorio: No lo hacen por nosotros, los ciudadanos, ni por la legitimidad del sistema, lo hacen por ellos, lo ven como una forma de movilizar a su electorado que de otra forma se quedaría en casa, nos tratan, así, como borregos. Además, el APRA ha ganado y ha perdido elecciones con este sistema de voto obligatorio (ganó las presidenciales, perdió en la mayoría de circunscripciones regionales, etc.), con lo que tampoco tiene un contenido real más allá del miedo a la desmovilización del electorado propio, pero es que la movilización es la tarea de los líderes políticos y sus estructuras de partido.
En un país donde el 70% de los ciudadanos está a favor del voto facultativo, que se mantenga como obligatorio y se recurra a los mismos lugares comunes de siempre: La falta de legitimidad de las elecciones si hay baja participación. Luego suelen hablar (esta vez no lo han hecho) de que no estamos preparados para un voto voluntario (así que podemos elegir al presidente que nos gobierna pero no si queremos o no ir a la urna un domingo, no tiene sentido).
En fin, dentro de mis normas personales está no votar por partidos que mantienen obligaciones absurdas como el voto obligatorio, y que encima terminan defendiendo la multa incluso en poblaciones consideradas de extrema pobreza (con lo que hay una doble discriminación hacia estas personas) o bajo argumentos en los que nos tratan como verdaderos imbéciles o borregos («si no es obligatorio solo votarán los apristas», parecen decir, o «no están preparados para el voto facultativo», como alguno ha soltado alguna vez).
(Y ahí, Valle Riestra, votando en contra de su bancada, la vez pasada votó a favor por «disciplina de partido», ¿esta vez se saltó la disciplina o no hubo orden de voto en una dirección determinada? ¿No le resulta raro votar a favor del voto voluntario pero en contra de eliminar la multa del voto obligatorio?)
*Entre otras: «Revés anunciado para el voto facultativo» y «El No anunciado al voto libre», en octubre del año pasado, «Voto Voluntario y Unidad Nacional» en septiembre de 2008, «Archivado proyecto en favor del voto voluntario» en mayo de 2008, y tiempo atrás, en noviembre de hace un lustro, «Iniciativa: Por el Voto Voluntario en el Perú».
**Esos datos se refieren a la votación para presidente y vicepresidente, si tomamos los votos al Consejo regional, por ejemplo, en Barranca la primera y segunda opción más votada fue Nulo y Blanco (entre ambos, 37,2%), y cada una de ellas a más de seis puntos de la opción «partidista» más votada (siempre en votos emitidos), en Cajatambo los blancos se llevaron el 22,4% de los sufragios, lo que le coloca en primer lugar en esa provincia, en Canta los votos blancos supereraron el 21,88% y los nulos el 7,17%, siendo el porcentaje del partido que más votos emitidos sacó un 15,33%… Ya se hacen una idea, en muchas circunscripciones los votos blancos o nulos o la suma de ambos (ya que se cuentan igual) ganaron. Sinceramente, creo que esas elecciones con tanto voto blanco o nulo restan más legitimidad al ganador que pasa por encima de lo que quiere su pueblo (que es a nadie) que la falta de asistencia (más fácilmente interpretable como «me da igual»).
(Excurso: Luego uno hace un esfuerzo por votar y le anulan el acta por haber solo un voto, y por tanto, solo la firma de un miembro de mesa…)