O algo así. Más o menos. En el Congreso de los Diputados del Reino de España existen 6 grupos parlamentarios, dos de los cuales son multipartitos (en uno están Esquerra, IU e ICV y en el otro, el siempre presente «grupo mixto», agrupa a CC, NB, BNG, UPN y UPyD), de todos los partidos presentes en el hemiciclo cuatro, al menos (ya veremos cómo progresa el proyecto estatal de ICV), son para toda España (PSOE, PP, IU e UPyD). ¿¡Por qué rayos cuando se pregunta quién ganó el debate del Estado de la Nación se plantea solo la posibilidad del presidente del gobierno y del líder del PP!? Entiendo, por supuesto, que los medios se fijen en ellos dos, uno por la obvia razón de ser el principal ponente (y el que debe responder a todos los portavoces) y el otro, bueno, por ser el representante del segundo partido más votado en España y el único partido alternativa de gobierno, aun así, y aceptando la tontería que resulta de hablar de «ganadores» en un debate como el presente, el debate no es entre dos partidos, es entre el gobierno y todos los partidos de la cámara, con lo podría «ganar» desde Carlos Salvador hasta, claro, el presidente del gobierno.
El debate… El debate fue poco debate, sobre todo entre el PP y el PSOE, o mejor dicho, entre el PP y el gobierno (el papel que hace el grupo del gobierno es patético, deberían callarse un poquito cuando les toca su turno), y pareciera que el único que se lo pasó bien fue Bono, presidente del Congreso de los Diputados, que disfruta mandando a callar a sus señorías revoltosas, que no dudaron en sacar las vuvuzelas de marras para entorpecer al ponente de turno (básicamente o Rodríguez o Rajoy, porque a los otros ni caso).
Aunque dan, las encuestas de algunos periódicos, como ganador a Mariano Rajoy, la verdad es que su discurso fue decepcionante, comenzó bien, recordando las contradicciones del gobierno (lo que decía hace un año y lo que ahora hace), pero «olvidaron» señalar que las medidas que ahora toma son las pedidas por el grupo popular, tachó de injustas medidas que luego afirmó insuficientes, reclamó cambios estructurales sin dar pistas, pero así llevamos 6 años, nada nuevo bajo el sol.
¿Por qué comienzo hablando del discurso de Rajoy y no del realizado por el presidente del gobierno? Porque este no dijo nada. De verdad, sin juegos pirotécnicos basados en el gasto o reducción de impuestos, Rodríguez no sabe qué decir ante el micrófono, se aferró a la «necesidad» como justificación, mientras que su interlocutor, insistiendo en el demagógico argumento del protectorado, se sujetó al único argumento de «falta de confianza y credibilidad» para pedir elecciones anticipadas y nada más. Y reformas que no dice cuáles serían.
En fin, ambos, los dos, lamentables. Personalmente creo que peor Rajoy, y esto lo digo porque tenia todo a su favor para «rematar» la faena, ante una mala intervención de Rodríguez Zapatero, Rajoy tuvo todo para «golear» al equipo rival, como tituló entre aplausos y babas La Razón, prefiriendo la fantasía a la realidad, pero el líder «popular», siendo generosos, mandó el balón a la grada y se lesionó tras esa buena carrera que ilusionó a sus diez millones de hinchas, cual Waldir ante una puerta vacía, inexplicable. En fin, no sé cómo se puede decir que Rajoy o Rodríguez ganaron el debate, ninguno lo hizo… Uno no presenta alternativa alguna al gobierno, pero no lo hacía antes, cuando éste gobernaba tímidamente por el centro, menos lo va a hacer ahora, que le han robado el programa electoral y le han ganado por derecha todas sus medidas estrellas.
Sinceramente no creo que sea positivo que los medios sean tan «bipartidistas», al menos en gran parte del Estado, aunque no lo parezca, en el Congreso hay más sensibilidades que esas dos, y aunque los dos partidos mayoritarios representen algo más del 92% de la cámara (el 83,81 de los votos válidos), plantear todo el debate político, lleno de matices y posturas varias, como un juego de blanco y negro, no hace más que degradar la propia democracia, al menos el pluralismo que se le supone.
Centrarnos en una pugna Rajoy-Rodríguez, además de personalizar demasiado en dos personas (lo que valen son sus equipos básicamente, aunque la función de líder sea importante, no lo es menos todo el equipo) y olvidarnos de las ideas que están detrás de las mismas (o que deberían estar, porque ya en el PSOE no deben saber ni de qué color pintar las paredes de las sedes), es ningunear a millones de ciudadanos (es literal, además), a las otras opciones políticas
Por lo dicho creo que Rajoy se equivocó doblemente al faltar el segundo día del debate, por eso creo que la mayoría de diputados, del PP y del PSOE, faltan el respeto a todos los ciudadanos al solo ir para abuchear al líder del otro gran partido, por eso parece que los únicos que se toman en serio su papel legislativo son los miembros de los partidos pequeños, que mal que bien están normalmente en línea de fuego.
Rajoy no fue el segundo día, y lo justificó la secretaria de su partido (ni siquiera tuvo la valentía de dar la cara) de la peor forma que pudo hacerlo, dijo que el presidente no iba a decir nada nuevo. ¡Claro que no! Pero es que no tenía que asistir él, Mariano Rajoy, que se presenta como la alternativa viable para España (cuya fórmula mágica para solucionar la crisis solo la contará cuando gane las elecciones), para escuchar al presidente del gobierno (que, efectivamente, no dijo nada nuevo), el «líder de la oposición» (como todos, incluso él mismo, le llaman o se llama) debió acudir para escuchar a Rosa Díez (UPyD), a Francisco Jorquera (BNG), a Ana Oramas (CC, con cuyo partido gobierna en Canarias el PP), Uxue Barkos (Nafarroa Bai) y Carlos Salvador (UPN, quien hasta hace un par de años formó parte de la bancada popular, hasta el fin del pacto PP-UPN), representantes de cuatro formas distintas de ver España, que Mariano Rajoy ha despreciado por completo.
Creo además, que si hay un perdedor político, en el juego parlamentario, ha sido Rajoy (insisto, aunque gane «por un punto» en las encuestas, aunque pueda ser el próximo presidente, dudo que este debate le haya hecho ganar puntos de electorado), no por pedir elecciones anticipadas (varios partidos la pidieron, para antes o después de las reformas -esto es gracioso, elegir un nuevo gobierno «tras» las reformas, lo lógico sería «antes»-), sino porque todos los partidos, descontentos con el PSOE gobernante, adelantaron que no apoyarían una moción de censura del PP (aunque se muriesen de ganas de no dar la confianza al actual gobierno, como le pasa a CiU), otros dejaron claro que si la alternativa para la Moncloa a Rodríguez Zapatero es Mariano Rajoy, prefieren «lo malo conocido».
Increíblemente el perfil bajo de Rodríguez Zapatero le salva de más palos.
En fin, restringir tanto el debate, sinplificarlo a dos opciones políticas que encima se parecen mucho más de lo que suelen admitir (en los grandes temas, salvo los detalles, están de acuerdo), nos «acostumbra» a tener solo dos opciones, algo que tenderá básicamente a lo que pasa en otros países, donde el votante puede elegir entre el malo y el peor, y que cada cual decida qué formación representa a cada una de esas vicisitudes…
[…] un poco con mi anterior entrada, seguiré con unas breves notas sobre el Debate del Estado de la Nación celebrado estos días, sé […]