Del Castillo ya avisa: La derogatoria de los decretos legislativos no será promulgada. El ejecutivo usará su prerrogativa magna de vetar leyes y devolverá lo aprobado al Congreso. Esta es una de las cosas que no me gustan del sistema presidencialista, darle el poder de contradecir de frontalmente al Congreso. Ahora bien, si ninguno de los congresistas es comprado lo lógico es que el Congreso levante el veto presidencial y mande la promulgación en El Peruano de la derogatoria de los Decretos Legislativos 1015 y 1073.
Sería lo lógico, la mayoría de 66 votos a favor por la derogatoria supera en 5 Congresistas la mayoría absoluta (que está en los 61, como ustedes saben) y en cualquier país en que el parlamento funcione de forma previsible por pura lógica (para mal o para bien) el veto se debería salvar sin demasiados problemas, pero estamos en Perú, con congresistas en venta todo el tiempo, y con partidos que se desmiembran cuando el ejecutivo promete dádivas a algunos de sus congresistas, los cuales no pierden el tiempo para traicionar a sus siglas o sus votantes por cuatro cuartos mal paridos. Así que hay que temer, compañeros, lo que puedan hacer nuestros congresistas, veamos qué tan coherentes son y si alguno cambia su voto, qué explicación da…
Pero Del Castillo nos deja otras perlas, tacha a todos, absolutamente todos, de ser extremos, y como tales, «de juntarse» para dañar «a los nativos del Perú», lo han hecho para «cerrar el paso» al «desarrollo y modernidad» del Perú. Hay que fastidiarse con lo de este hombre a veces…
Soltó: «En la historia del Apra, los extremos siempre se han juntado para intentar cerrar el paso, esta es una vez más, pero ahora no se ha dañado al Apra sino a los nativos del Perú». La primera parte de la frase de Del Castillo es cierta, en la historia del APRA los extremos se juntan… pero no «para perjudicar al APRA» sino que es el APRA uno de esos «extremos que se juntan». Así pues, todos tenemos en mente a los odriístas con el APRA contra el gobierno de Acción Popular, todos recordamos al primer y naciente fujimorismo con el aprismo contra Vargas Llosa, todos vemos a tránsfugas a sueldo (el extremo de la podredumbre, un tránsfuga por dinero) con el APRA y al fujimorismo como escolta principal y mayor aliado del actual gobierno… Pero estos últimos dejaron de ser extremos opuestos que se juntan al ser la misma cochinada en el mismo agujero.
No me cabe la menor duda que hay mucho oportunismo político entre los que han apoyado la derogatoria de los decretos legislativos, como también lo hay en el gobierno (algunos miembros, como el vicepresidente, el Almirante del Frontón) que han aprovechado para cargar sus baterías y cargar con todo contra las ONG ambientalistas o, en otros casos como el propio Del Castillo, para atacar sin sentido a los humalistas de Ollanta (a los que les dicen nacionalistas), pero eso no quita que los pueblos de la selva (llamados nativos) se levantaran contra la nueva regulación y le dijeran claramente NO, que no la querían por nada del mundo, que mejor estaban con la regulación fujimorista, puesto que para evitar la corrupción la mayoría cualificada se hacía necesaria para disponer, a fin de cuentas, de los bienes comunes de las comunidades, que ese prometido desarrollo (que aún no llega en las zonas mineras, ni llegará) y modernidad que les prometen no la quieren a ese precio, el perder todo lo que son y por lo que lo son (la tierra, la importante tierra). Que hay oportunistas no deslegitima la petición ni a quienes la realizan (cuando NO son esos oportunistas, por más que se quieran colgar medallas de líderes donde no pintan nada).
Es curioso, cabe indicar en este comentario sobre las palabras de Del Castillo, cómo si el Congreso aprueba algo con exiguas mayorías mediante cheques del ejecutivo hay que respetar al hemiciclo y su palabra es la ley (porque lo es), pero cuando una mayoría abrumadora dice claramente «no queremos esos decretos legislativos», dentro, además, de la prerrogativa del Congreso de revisar los Decretos Legislativos nacidos de la concesión o mandato al ejecutivo de un plazo para legislar, el Ejecutivo tiene todo el derecho de decir «no». En otras palabras, acá se hace lo que papá García dice, sí o sí, no importa cuanta gente delante diga «no». Si se saca con mayoría nimia, está mal quejarse porque lo ha decidido una mayoría (aunque pequeña, mayoría a fin y al cabo, aunque comprada, son congresistas libres y tal), si la mayoría dice lo contrario, para algo somos ejecutivos, se defienden, así que vetamos todo y ya.
Así no se hacen las cosas. En quince días nuevas noticias al respecto, a ver qué decide el ejecutivo (si no publicar, si observar la ley o si publicarla, esto último casi imposible) y cómo se comporta el Congreso (miedo me da).
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