Hay veces en que el árbol no te deja ver el bosque, normalmente es por la propia estulticia de quien observa, otras, como la que les voy a contar, es por lo singular del árbol, que distrae la atención totalmente del objetivo inicial. Todo comenzó como suele ser habitual, la típica visita al Helmántico con un invierno adelantado y un cielo que amenazaba con hacerse presente en el partido o con lluvia o con nieve, y de todas maneras congelando al personal.