Tras la dimisión del presidente electo del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra Cornejo, hasta el momento Primer Vicepresidente de la República del Perú, asumió la jefatura del Estado. El nuevo presidente tenía que conseguir un equilibrio difícil: que los detractores de PPK le dieran un tiempo y, además, que los favorables al ya expresidente no le dieran la espalda. Se hablaba bastante de un gabinete de conciliación nacional, de amplio espectro o lo que fuera; o tal vez mejor un perfil «técnico» y «bajo» (un ministro siempre es un político, querer ver un «perfil técnico» es obviar la ideología que sustenta la técnica). La verdad es que teniendo en cuenta lo veletas de los políticos peruanos y otras cuestiones, lo que se pedía era una sopa de segundas espadas o similar, no podemos olvidar que si hablamos de espectros políticos, ideológicamente PPK está increíblemente cerca del fujimorismo que lo tumbó.