Desde hace unos años la actitud disuasoria de las Naciones Unidas para evitar que se emprendan nuevas guerras es inexistente. Si antes su labor era más que limitada, hoy por hoy no sirve. Y el que se haya acabado la guerra fría, en vez de tranquilizar al mundo con un periodo de paz sin amenaza de una guerra global, ha significado el intercambio de cromos entre la potencia casi hegemónica y la potencia militar corrupta nacida de los deshechos de la Unión Soviética. Y cuando pueden, reavivan sus roces internacionales con forma de guerras.