Galería de fotos de Milán en De Igual a Igual, por Marisol y yo. Me encanta el castillito falso (reconstruido y ampliado, si prefieren). En cuanto se pide info en el hostal, junto con el mapita turístico te dan la ruta de tiendas, al parecer más gente va por comprar armanis y demás que por la espectacularidad de la ciudad casa de Leonardo.
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De fotos y otros
Hoy se repartió, con el diario Público, la primera entrega de Maestros de la Fotografía, coleccionable que hace libros de las mejores fotos de una variedad amplia de temáticas. El primer número es un monográfico de la Guerra Civil española (1936 – 1939) y tiene por portada aquella tomada por Endre Ernö Friedmann (más conocido como Robert Capa, seudónimo bajo el que también publicaba Gerta Pohorylle, su pareja, conocida como Gerda Taro), en la que se ve un miliciano republicano siendo abatido justo en ese momento, la foto se supone tomada en Córdoba en 1936, nomás comenzada la guerra. Es «la foto» de la Guerra Civil, y es «la foto» más cuestionada.
«Blanca navidad»
Tarde, mal y a rastras, pero aun dentro del año. En realidad este último cartucho debería estar dedicado a solidarizarme con la gente de la Franja de Gaza tras el enésimo atropello sufrido dentro del genocidio llevado a cabo por el Estado de Israel, pero prefiero, al menos por ahora, dejarles un enlace a una galería de fotos de Báscones de Ojeda, pueblo del norte palentino, donde se animó a nevar un rato, cuajó, salió el sol, y desapareció: Postales de Invierno: Báscones de Ojeda.
Por el derecho de quemar símbolos
Muchos reconocen la figura de los reyes como símbolos, incluso muchos constitucionalistas hablan de que el verdadero papel de la monarquía es ser símbolo del Estado actual, muestra inequívoca de la Unidad final y del funcionamiento como Estado Social, Democrático y de Derecho que debe ser España. Vamos, como la bandera, escudo incluido. Así pues, dentro de esa idea, hay que admitir el derecho a quemar Símbolos. El derecho subjetivo, quiero decir, no el Derecho objetivo. Pocas cosas se me ocurren más anacrónicas o autoritarias que un Estado que prohiba a sus ciudadanos manifestarse, sin hacer daños a otros (contando, incluso, sus propiedades) si es que irán contra un símbolo de la patria. Sobre todo cuando la manifestación, siempre simbólica, va contra lo que representa un símbolo concreto, o una institución que se ve reflejada en dicho símbolo.