Cada vez se repite con más frecuencia: una persona con cierta llegada o un colectivo ven cómo su página o usuario en una -mal llamada- red social es bloqueado. Las explicaciones suelen ser nulas y las razones se encuentran, no pocas veces, en una coordinación de los «reportes» de algo que ha publicado esa persona o colectivo. Por supuesto, en esas redes hay mil mensajes peores -en todos los sentidos- que nadie ha reportado o no lo suficiente para su bloqueo. Además, en algunas de estas plataformas, por lo que quieren ser, directamente impiden que se suba o publique determinados contenidos, lo cual hasta obliga a cambiar logotipo a algunos colectivos.
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Comentarios anónimos y sistemas
«La mayoría de los trolls y las chorradas vienen de «Pobrecitos Habladores» ¿Habéis pensado en eliminar los comentarios anónimos?
Lo hemos pensado. Pensamos que la posibilidad de hacer comentarios anónimamente. Algunas veces la gente tiene algo importante que decir, pero tienen miedo de que se les relacione con ello. Los comentarios de Pobrecito Hablador continuarán existiendo previsiblemente en el futuro.» del P+F de Barrapunto
Es interesante la nota «Aldo Mariátegui tiene razón» de Marco Sifuentes en el Útero; nota con la que, por cierto, estoy muy poco de acuerdo. Por un lado, termina siendo una defensa de no poder escribir anónimamente salvo un par de razones (un filtro previo para comentar, filtro realmente inexistente, como demuestran sus propios comentaristas), esto de por sí me parece increíblemente perjudicial; por otra parte, defiende como mal menor el ceder tu sistema de comentarios a Facebook.
Motivos para estar (o no) en las llamadas «redes sociales»
La semana pasada, tras mi rabieta, leí una interesante entrada en Guerra Eterna sobre Siria y la «actitud» de Facebook, no es de extrañar que FB «borre» ese tipo de contenido (previo toque de atención de gobiernos o multinacionales), no es de extrañar que los poderosos (gobiernos o grandes empresas) deseen con todas sus fuerzas que las voces oprimidas se canalicen por un medio centralizador (qué fácil es «cortar FB»* o pedir a FB que «borre» algo, sobre «cortar Internet» o pedir a otro tipo de proveedores que bloqueen) que, además, tiene muy claro que su objetivo no es ser el paladín de la justicia, su negocio y tema es otro (por ejemplo, si quieres mantener el anonimato ya atentas contra las condiciones de uso de FB, con lo que te pueden borrar la cuenta sin problemas). Me vinieron a la mente, también, los comentarios que hacen muchos sobre la cultura de la adhesión base de esas plataformas (entre ellos, David de Ugarte en el Poder de las Redes, Versvs cada vez que puede, y un librito sobre la Sociedad del Control donde también toca estos temas), lo cual imposibilita realmente la creación de alternativas; sumado recordé el artículo -que ya tiene muchos añitos- de la FIJL en El Fuelle nº 3, «¿Lucha? en Internet» (PDF, págs. 4 y 5)… ¿A qué viene todo esto?
Rabieta por los que solo dejan comentar por FB o similares
Cada época tiene sus modas. Las bitácoras fueron moda, ya no lo son. Una moda es FB, mal llamada «red social». Si tú tienes una bitácora, ¿por qué le confías tu sistema de comentarios a una «red social» que puede hacer y deshacer como le dé la gana pasando olímpicamente de tus necesidades? No lo entiendo, de verdad. ¿Que quieres facilitar a los que están en FB, TW o cualquier plataforma/web, el comentar con su cuenta de la misma? Perfecto, eso no significa, ni por medio segundo, que te deshagas de un sistema de comentarios autónomo y propio (donde, además, permitas comentar a anónimos o no-registrados). No entiendo que conscientemente excluyas a parte de tu audiencia de la posibilidad de comentar, no entiendo que renuncies a la autonomía (al menos parcial) en el sistema. Simplemente no lo entiendo. (Por cierto, con esta práctica también -la mayoría- eliminan los pingback/trackback, una de las fortalezas de la descentralización de la red en las bitácoras gracias a la interacción entre las mismas mediante «avisos» automáticos).
Servicios centralizados y control
Otra vez me aprovecho de una columna de Marco Sifuentes (más conocido como ocraM o «el del Útero ese») como punto de partida para un artículo, y es en parte por una noticia de la que no tuve conocimiento hasta leer dicha columna, y aprovecho para meter cabe a los «servicios» de esta tan cacareada «web2.0». Al lío, lean el artículo de Sifuentes en Perú21 de este domingo: «No es censura pero se parece».