Hoy toca sacar todo mi antiaprismo a la palestra (no lo duden, lo soy) y es que acabo de terminar de leer una entrevista a Javier Velásquez Quesquén (por parte de Mariella Balbi), aquél que preside nuestro congreso y no debería, que el paso al lado debió darlo cuando juntó a dos tránsfugas para que arreglen sus problemas, que eran denuncias mutuas la mar de graves que no tenían que ser «arregladas» si no resueltas, y que se ha aupado a la presidencia de la mesa directiva por un pago tal vez demasiado alto (sentar a su derecha al médico de Fujimori y dar la comisión de acusaciones constitucionales a un fujimoristas, entre otros pagos en los que mejor no indagamos acá, que nos harían llorar y no es ni el sitio ni el lugar para ello).