«¿Se han distanciado realmente fujimoristas y apristas o estamos solo ante un problema particular con Del Castillo?» pregunta Carlos Basombrío en su columna de hoy en Perú21. Se habla de divorcio de las dos bancadas (que se supone no andaban juntas, pero parece que la noche les confunde y ya se sabe, en tiempos de guerra…) tras la bronca del pasado día entre Jorge del Castillo y la bancada fujimorista a raíz de las preguntas al Primer Ministro por la «vladipublicidad» contratada por el APRA con, posiblemente, fondos públicos (aunque Del Castillo había ido a la comisión para hablar sobre el tema de Moquegua, pero los fujimoristas sacaron lo de la publicidad y el pago extraño).
En el APRA, con respecto al fujimorismo, hay de todo (como bien recuerda Basombrío), y dentro del partido ahora en el gobierno, Del Castillo puede que sea el más antifujimorista de todos, frente a otros, como Agustín Mantilla, que eran más bien amigos de Montesinos y parte del entramado de corrupción del gobierno de los actuales naranjas.
Las palabras del jefe del gabinete ministerial sonaron con fuerza, acusadoras, pero cargadas de hipocresía viniendo de él. Se permitió acusar a Fujimori y a los fujimoristas del asesinato, en 1992, del secretario General de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), Pedro Huilca. Esto no es nuevo, Jorge del Castillo presentó, en su momento, un informe en minoría que descartaba a Sendero Luminoso como responsable del asesinar al líder sindical, consignando como autores al grupo Colina (podemos ver la defensa y razones por las que Del Castillo sindica a los Colina como autores, así como el resto del controvertido asesinato de Pedro Huilca, en el capítulo 2, punto 58 del Tomo VII del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación).
Pero suena hipócrita que Del Castillo suelte ese «nosotros dialogamos, ustedes asesinaban» cuando él mismo se dedicó a menospreciar como interlocutor a esa CGTP a la que hace mención; cuando el secretario general de su partido, Mauricio Mulder, descalificó en Correo el debate entre Huamán (Secretario General de la central obrera) y Del Castillo diciendo que con el líder sindical no se debía hablar; cuando el gobierno amenaza con «patada» cualquier desviación del orden impuesto, cuando la criminalización de la protesta social va en aumento; cuando su partido usa la imagen de Montesinos para mentir públicamente sobre los sindicatos y desprestigiarlos (con el tema de «no han convocado paros durante la dictadura, siendo falsa dicha afirmación transformada en máxima realidad por el comercial aprista anti-huelga); cuando todas las instancias de su partido y del gobierno en que él participa se dedican, un día sí y otro también, a hacer oídos sordos a los reclamos de la calle, a negar que los mismos se den y a tachar de complot cualquier intento de presión sobre el gobierno y descubrimiento sobre la corrupción constante que se da en el mismo.; cuando etcétera.
Estoy de acuerdo con Del Castillo cuando se queja de lo corrupto que fue el gobierno de Fujimori, de lo autoritario que era, de lo mentiroso y falso, y de cómo jugó con todos los peruanos, ahora bien, Del Castillo tendría que ver su propio gobierno, las medidas y formas que toma, las alianzas que mantiene para darse cuenta que, sin el control absoluto que tenía el fujimorismo, se le parece mucho más de lo democráticamente deseable, que está podrido hasta la médula, que mantiene entre sus filas a responsables de matanzas y que robó (y roba) todo lo que pudo (y puede), que se premia la incompetencia de los ministros apristas manteniéndoles en los cargos y que las prebendas a los amigos del gobierno son continuas. ¿Con qué cara habla de los fujimoristas sin antes poner su cargo a disposición y denunciar todo lo que su amado Alan García Pérez hace?
Y ahora van otros y mencionan la moralidad de Del Castillo para ser fiel a unos principios que no tiene (si no, no estaría donde está) mencionando cómo esa forma «sana» de hacer política ha roto una alianza, en teoría, inexistente (coincidencias en votaciones, que le llaman también).
Y dicho todo esto, quiero volver a la pregunta de Basombrío (que trasladé al título de la presente nota): ¿Es un tema personal o las bancadas se distancian de verdad? Jorge del Castillo, fiel escudero de Alan y defensor del mismo a capa y espada en sus peores momentos, tiene cierto margen de maniobra en casi cualquier tema, aunque al final se comporta como su amo desea y no abre de más su boca, salvo para decir bravuconadas o verdades que en sus labios resultan hipócritas.
Puede que la antipatía de Del Castillo por el fujimorismo le haya jugado una mala pasada y causado un cisma en un momento poco adecuado (en tanto que pronto se elegirá a la mesa directiva del Congreso de la República y el APRA necesita al fujimorismo, alejado más del resto de partidos), puede que les convenga, en estos momentos y con miras al futuro, ir distanciándose del fujimorismo y volviéndose a juntar con esa Unidad Nacional con la que ya ha flirteado bastante e incluso mantenido algún devaneo que otro).
Muchos esperamos (y creemos) que el juicio a Fujimori pase factura al partido que lleva su ideario y a miembros de su familia como una suerte de mártires vivos, y posiblemente esa factura, si se da, se extienda a los aliados que el fujimorismo mantenga, así pues al APRA puede que las coincidencias con el fujimorismo no les resulten tan prácticas de acá en adelante, como lo han sido hasta ahora, e incluso el partido de la estrella prefiera perder algo de poder en batallas concretas (el control de la cámara) si luego puede ganar la guerra (llámese reelección, llámese mantener la cabeza en alto en lo que queda de legislatura), o echar el muerto sobre el resto (si la cámara la controla la heterogénea oposición, posiblemente funcione peor de lo que hasta ahora viene haciendo, y tendrían más motivos para recordar la Espada de Damocles sobre el hemiciclo) y así tener un hiper chivo expiatorio sobre el cual hacer recaer su propia incapacidad de gobierno (máxime teniendo en cuenta que en nuestro país el Congreso está realmente mal visto).
Aunque pueda ser un tema netamente personal (que Del Castillo brame contra los fujimoristas), seguramente sea bien usado por el aprismo, acostumbrado al más rastrero y tradicional arte de la Política (con mayúscula), y ya se sabe, a río revuelto, ganancia de pescadores, y vive dios que para estas cosas, el APRA es el mejor pescador. Aunque nos pese.
Excurso: Suena el nombre de Del Castillo como uno de los «reemplazables» para este 28 de Julio, así que tampoco sería raro que Del Castillo, sabiéndose prescindible, se sienta más libre para decir cuanta cosa le dé la real gana…
Me parece interesante tu blog, cuando se trata de leer opiniones sobre política visito el tuyo, te gustaria intercambiar enlaces. Saludos y muchos éxitos.
Victor Hugo.
Quiero creer que Jorgito de vez en cuando se acuerda de las peripecias que paso en los 90s empezando cuando ayudo a esconderse a su Osado Lider luego del golpe (circunstancias que el propio lider prefiere olvidar muy convenientemente) , y luego cuando movio las cosas a fines de los 90s….
Osea no es que esas cosas las acaba de pensar, sino que recien se ha animado a decirlas…..
Salud
@D. Ernesto: Sip, seguro que Jorgito recuerda más de una cachetada recibida, y hay cosas que no tolera (lo cual habla, extrañamente, bien de él).
@Victor Hugo: Gracias por el piropo y la propuesta.
Hasta luego y gracias por los comentarios ;)
muera el apra
“Gobierno de Alan García quiere vender nuestras tierras”