¡Cómo es posible que Evo diga eso! Braman a coro los aduladores de palacio. ¡Que venga el canciller ipso facto! Reclaman sin dejar pasar medio segundo. Pero Evo tiene razón: En Perú hay una base militar estadounidense (provisional o no permanente, pero base a fin de cuentas), como poco, en el VRAE, en esa operación llamada «Nuevos Horizontes». Como poco. Sabemos que en la selva peruana también tienen presencia (después de un tiempo de negativas, hasta que la evidencia pilló al gobierno por la banda).
En este contexto, Luis Gonzales Posada (presidente de nuestro inefable Congreso) pide que se llame a consulta al embajador en Bolivia, Juan Fernando Rojas Samanez, como respuesta a las declaraciones del presidente del país vecino.
Por un lado, es falso afirmar que no existen bases en Perú por parte del ejército de Estados Unidos, mientras vacían Ecuador de militares estadounidenses, Perú se llena de ellos, así que Evo, por ese lado, no ha dicho nada falso ni mucho menos.
El presidente del Congreso considera «excesos verbales» las palabras de Morales, y le acusa de entrometerse en asuntos internos de Perú y por pedir que seamos los peruanos quienes resistiéramos a la implantación de esas bases al mando del imperialismo estadounidense.
Nótese el doble rasero, justo hace poco se pidió que el gobierno se posicione contra la Directiva de Retorno (asunto interno de la UE) y todo bien, eso se puede rechazar, decir y tornar, y nos hubiese parecido una barrabasada que los países de la UE llamaran a consulta a sus embajadores en Perú por oponerse a la directiva. ¿A que sí? Dirán que la directiva afecta a los peruanos, pues una base estadounidense en el subcontinente del sur de América afecta a toda la zona.
Una vez dicho esto, paso a lo que sí sería la tercera parte, esto es, a la del «exceso» de pedir resistencia al pueblo peruano. Dos cosas acá, por un lado, que Evo pida lo que quiera, no veo por qué sus palabras deben entenderse como un exceso (cuantas veces los gobernantes de un país llaman a los de otros a hacer esto o lo otro, no es algo tan grave ni mucho menos, el de Estados Unidos lo hace continuamente con los venezolanos, cubanos, iraníes, iraquíes, bolivianos, peruanos, argentinos, etc.), y ni de casualidad «suficiente» como para llamar a consulta al embajador (no digo que todo deba ser felicidad y pelillos a la mar, pero sí me parecería una respuesta en todo caso exagerada el llamado a consulta), y por otro, los peruanos haremos lo que querramos oportuno (hasta suicidarnos votando por Alan García, como ya hicimos), diga lo que diga cualquier presidente de cualquier país (contando el nuestro, por supuesto).
Ahora bien, veo con verdadero espanto la presencia de los militares estadounidenses en Perú, y no sólo por las burradas que harán sí o sí en nuestro territorio (o peor, contra nuestros compatriotas), sino porque nos pone en una situación de contradicción con nuestros vecinos, con los que deberíamos estar navegando juntos en la Comunidad Andina de Naciones (CAN), y es un elemento de peligro militar para nuestros vecinos (¿o se creen que esas tropas vienen «en son de paz»? ¡no existe la paz para los militares! Y menos si están fuera de casa).
Es normal entonces que Evo Morales esté preocupado, tanto por su gente como por la nuestra, y pida que los peruanos resistamos la implantación de las bases militares. Nada bueno viene con ellas (hasta las más inútiles sirven o han servido para torturas y vejaciones por parte de los militares estadounidenses, y ahora estoy pensando en las bases de EUA en territorio europeo, que como poco han sido usadas para el transporte de presos a Guantánamo).
El gobierno, y los que hacen la rosca en Palacio lo saben, quieren evitar el debate de «militares sí, militares no» en Perú, y por eso tiran balones fuera para hacer escándalos desde granos de arena, como es el caso.
Así que, al margen que lo diga Evo o no: ¡Todos contra la presencia militar estadounidense en Perú!
Detalle adicional: tradicionalmente cuando los gringos instalan sus bases piden la exoneracion de la jurisdiccion de los tribunales internacionales, Peru hasta el momento no ha firmado ese tipo de acuerdos, que si no me equivoco deberian ser ratificados por el Congreso, habra que estar atentos no vaya a ser que Antero y Giampietri cuelen esa perla por ahi….
Ex General peruano sería nexo entre Evo Morales y Ollanta Humala
En su última edición el diario venezolano opositor “El Nuevo País”, crítico con el autoritario gobierno de Hugo Chavez Frías, reveló otro nuevo tentá!@#$% en la intromisión del “Socialismo del siglo XXI” y la agenda personal de Chávez en los asuntos internos de varios países de Latinoamérica.
Según el mencionado diario, existiría una importante financiación de políticos peruanos afines a la ideología venezolana que se estarían empleando en acciones de desestabilización del país. Debido a la mala experiencia del escándalo de los maletines con dinero enviados en las campañas presidencial argentinas, esta vez se utilizaría la triangulación del gobierno de La Paz teniendo la seguridad que Evo Morales es un incondicional de Chávez, en parte a que ello es lo que lo mantiene en el poder. Para la intermediación entre Evo Morales y el candidato nacionalista Ollanta Humala estaría utilizando al ex general Gustavo Bobbio Rosas, elemento muy cercano al movimiento de los Humala y que además fuentes de inteligencia del ejército peruano comentan que estos últimos años ha venido incitando a plegar a las fuerzas armadas al movimiento nacionalista, particularmente a los oficiales jóvenes del ejército que no conocieron los escandalosos episodios de corrupción en los años 90.
El ex general Gustavo Bobbio Rosas fue durante la dictadura de Alberto Fujimori (1990-2001) mano derecha del general Nicolás de Bari Hermoza Ríos, el cual es recordado junto al tenebroso asesor presidencial Vladimiro Montesinos Torres como los artífices de los casos de corrupción más sonados de ese país latinoamericano (hoy ambos, Hermoza Ríos y Montesinos Torres, purgan largas condenas por apropiación de fondos del Ministerio de Defensa, además de varios juicios por violaciones de derechos humanos).
Luego de la caída de Fujimori y de un gobierno de transición asumió el mando del país en medio de unas elecciones democráticas Alejandro Toledo, que como primera medida dispuso la depuración de la nefasta cúpula militar que sostenía a Fujimori, plagada de denuncias por corrupción. Así en el 2003 el ex general Gustavo Bobbio Rosas fue separado de su cargo y pasado al retiro por sus conocidos antecedentes. Ese mismo año se convierte en un seguidor incondicional de Antauro Humala en sus prédicas violentistas de un nacionalismo extremo basado en el enaltecimiento de la raza andina y cuyo principal argumento es el odio a los chilenos. La prensa de aquella época ya sindicaba a Bobbio Rosas como el lugarteniente de los Humala.
A fines de 2004 Perú se ve conmocionado por un violento alzamiento armado en la ciudad andina de Andahuaylas que dejó un saldo de cuatro policías peruanos asesinados y otro importante número de heridos. Luego de tres días las fuerzas de seguridad peruanas retoman el control de la ciudad capturando a los subversivos, entre ellos a Fernando Bobbio Rosas, hermano del general Bobbio y otro entusiasta predicador de la violencia, y que ahora se encuentra purgando prisión por homicidio.
Al parecer las continuas asonadas en el interior del Perú que estos últimos meses mantienen al país en vilo no son casuales, particularmente en la selva y en la frontera sur, donde las autoridades regionales quieren declarar la separación territorial y están bajo una importante campaña de desestabilización del gobierno central, cuyos hilos parten desde Caracas y La Paz. Sólo así se explican las inmensas cantidades de dinero que se mueven en las filas de los “nacionalistas” de Ollanta Humala para sus campañas y los gastos de su entorno; que el candidato presidencial y su esposa Nadine Heredia jamás han podido explicar.
Con estos antecedentes es difícil prever la continuidad democrática del gobierno peruano, constantemente en jaque, esta vez por una explosiva mezcla de intereses foráneos, dinero negro, elementos violentistas y del núcleo duro de la corrupción de la época de Fujimori. CBV/emg.