Compañeros, compañeras, gatos, gatas, piedras y piedros, tengo el… mmm… el… les anuncio que Franco ha muerto. Nono, Pinochet ha muerto. Hace unos días el Ex-Dictador militar de nuestro vecino Chile sufrió un infarto de esos de órdago, el militar golpista, genosida de profesión, se recuperó, o eso parecía, bastante rápido. Hace un día más o menos el azote de los chilenos (entre otros) salía de la sala de cuidados Intensivos y ya se hablaba (me cuento entre ellos) de que todo esto podía ser otro de los cuentos de Pinocho con tal de salvarse de compadecer en otro de los tantísimos juicios que tenía pendientes.
Así pues, quien mandó con puño de hierro el vecino Chile durante 1973 hasta 1990, gracias al apoyo estadounidense, falleció en el Hospital Militar de Santiago a las dos y cuarto de la tarde, hora local, el militar falleció con la sonrisa en la boca por haber burlado a la justicia.
Los seguidores de Pinochet le lloran a las afueras del hospital, los que no le seguían tanto que digamos, o mejor, le seguían para intentar darle con piedras en la cabeza, se alegran de la desaparición de quien fuera un asesino mientras pudo. Otros, entre los que me encuentro, lamento que este señor haya muerto sin que viéramos una condena por alguno de los tantísimos delitos que cometió o mandó cometer (que tanto da que da lo mismo).
Los familiares de los desaparecidos se baten entre aplaudir su muerte y quejarse por no ver a Pinochet cumplir pena alguna por sus delitos.