Para acabar con la mini-saga de artículos sobre modificaciones propuestas, llega el turno de los presidentes: Hace no demasiado el PP, si no mal recuerdo, propuso que el candidato a presidente no solo fuera peruano, sino que sus padres también lo sean… Ahora dos propuestas se depositan en el Congreso con el fin de limitar más la posibilidad de que una persona sea candidata a presidente: Los proyectos nº 04870/2010-CR y nº 04883/2010-CR, uno presentado por el APRA, PPC y otros, y el otro por tres congresistas (firmado inicialmente por Torres Caro), ambas iniciativas buscan modificar el artículo 112º de la Constitución para aumentar la prohibición que ahí se contiene para los que deseen ser candidatos a presidente. Una de ellas pretende prohibir toda reelección de presidente, con lo que algo como el segundo gobierno de Alan García o el intento de Toledo de volver a ser presidente serían imposibles, y el otro proyecto, en cambio, busca frenar la «dinastía» de mandatarios, prohibiendo que postule a presidente una serie de personas vinculadas con el que está en el mandato.
El proyecto nº 04883/2010-CR agregaría en el artículo 112º de la constitución el siguiente texto: «este imperativo [prohibición de reelección consecutiva] se hace extensivo al cónyuge y a los parientes consanguíneos dentro del cuarto grado, y los afines dentro del segundo, del que ejerce la presidencia». Esa prohibición no es extraña en el constitucionalismo peruano, ni siquiera lo es en la legislación (como bien recuerdan los autores de la medida, esa prohibición ya existe en la Ley Orgánica de Elecciones, en concreto, en el art. 107.e, prohibición, dicen con razón los autores del proyecto, que no es aplicable a tenor de lo dispuesto en la Constitución, en tanto que los requisitos para ser presidente se deben encontrar en el texto constitucional, no en la ley electoral) o en las legislaciones de otros países latinoamericanos.
Las razones que expone el proyecto son simples: Si se prohíbe a alguien postular también hay que impedir que se cree una «dinastía» que acapare el poder. Ponen de ejemplo el actual gobierno de Argentina, donde Fernández reemplazó a su marido que, a su vez, iba a reemplazar a su esposa, y el amago en Guatemala, donde la pareja presidencial se divorció para que no se aplicara el impedimento. Si hubiese salido Keiko y se aprobara esta reforma, Kenji no podría postular en el 2016, y si se aprobara, Nadine tampoco… Lo curioso es que también impediría a los otros hermanos Humala presentarse, los mismos que compiten contra su hermano (como pasó en el 2006, dos Humala en carrera presidencial), ahora al menos uno de sus hermanos, que no pertenece al partido del ya electo presidente, vería cómo sus derechos políticos se disminuyen por el simple hecho de que su hermano es el presidente.
Además, el proyecto no discrimina entre personas afines por sangre-política que lo sean también del partido o que el cuñado sea el adversario político del presidente, esto es, no discrimina entre personas que están en el mismo partido o grupo de interés y personas que están en distintos, lo que lleva es que la posición de una destruye las posibilidades de otras sin entrar a valorar si es posible que sea o no instrumentalizado por el primero para «mantener el poder».
El peligro está en usar la maquinaria del Estado para cooptar el poder por parte de una familia, pero ese peligro existe también con un «grupo-partido» aunque no tengan lazos familiares (partidos que han gobernado un país demasiado tiempo los tenemos también en Latinoamérica), lo que se debería es ampliar los mecanismos de prevención y protección frente a esas prácticas corruptas, no llenar el sistema de prohibiciones sobre las personas que son ineficaces.
El segundo de los proyectos mencionados, el de Carlos Torres, Hilaria Supa y Jorge Flores, el proyecto nº 04870/2010-CR no se ocupa de la familia del presidente sino que prohíbe, directamente, que una persona que ha ejercido el máximo cargo, se basa entre otras razones en la «desigualdad» de quien es presidente (sobre la reelección directa) o ya lo fue sobre el resto de candidatos, pone excusas como el uso del dinero público en las campañas así como, asegura, el impedir la reelección ayudaría al sistema de partidos.
El Estado se puede usar en favor de uno mismo o su partido, así que no sé por qué los autores de la medida no prohíben que un partido que gobierna o gobernó presente candidatos, directamente. Si ese miedo nos lleva a prohibir que una persona se vuelva a presentar, digamos, 20 años después de su mandato, no sé cómo pueden permitir que un partido que está usando en ese momento todo el aparato del Estado presente una fórmula persidencial. ¿Y cómo favorece al sistema de partidos el «cargarnos» al líder ganador de los mismos?
Hay que tener en cuenta que toda prohibición para que una persona se presente a presidente (y acá cuento la que ahora existe que prohíbe repetir el mandato de forma consecutiva) no es solo una prohibición en contra del derecho de sufragio pasivo de una persona sino también es una prohibición sobre el sufragio activo de todos los demás ciudadanos, esto es, se nos prohíbe elegir a una persona que tal vez la prefiramos al resto de candidatos ya sea porque acaba de ejercer el mando ya porque es sobrino del actual presidente (aunque no sean del mismo partido siquiera).
Si una persona se presenta con un programa no solo de 5 años sino de largo plazo, y lo está haciendo bien, ¿por qué no puedo darle de nuevo mi confianza con el voto? Ya, está el peligro de la reelección, lo hemos sufrido con Fujimori antes, y lo sufren en otros países con presidentes que, bajo sistemas clientelares básicamente, mantienen el poder. Es un peligro, y nada pequeño, pero trae otras ventajas muy superiores, entre ellas confiar en el votante. Como menciono más arriba, me parece mucho más importante un sistema transparente que impida la malversación de fondos que impedir que Sutanito repita candidatura siendo presidente temiendo un mal uso del dinero de todos. Además, con esa prohibición Sutanito puede usar el dinero para financiar la campaña de su partido igualmente, y seguimos sin el sistema transparente.
Es cierto que somos un país presidencialista y todo eso, y es cierto que la alternancia en el poder puede ser positiva (esto es, incluso la alternancia dentro del mismo partido que gobierna) en tanto que una maquinaria bajo el mandato siempre del mismo tiende a pervertirse (o esa intuición tenemos), pero esta alternancia no puede venir forzada por prohibiciones, sino por impulso de los votantes o por renuncia de los gobernantes a seguir intentando mantener el poder (se me ocurre Aznar como buen ejemplo -y me pasa un escalofrío por la espalda- o incluso Rodríguez Zapatero -ídem-, por más que este no tenga posibilidades de sacar un tercer mandato, lo podría tentar).
Nuestro sistema tiene fuertes carencias, y algunos vinculados con la elección presidencial están, entre otros lados, en que a los candidatos perdedores los sacamos de la primera línea política (les impedimos postular al Congreso, con lo que son líderes fuera de las instituciones) a la par que, una vez consiguen un mandato, les prohibimos repetir, con lo cual no tienen incentivos para hacerlo bien con vista al largo plazo…