Quino, mundialmente conocido por Mafalda, falleció ayer a los 88 años. Quino. ¿Qué puedo decir que no hayan dicho mejor cientos de personas ya? Tanto a nivel divulgativo sobre la vida de Joaquín Salvador Lavado Tejón como sobre su extensa obra, desde Mafalda a todo lo demás. Solo me queda lo absolutamente personal, que tampoco es que vaya a ninguna parte.
En casa teníamos muchos de los libros que recopilaban las tiras de Mafalda, los recuerdo viejos, muy viejos (ya saben de qué álbumes hablo, de esos recopilatorios que fueron del 1 al 10 y luego se han reeditado del 1 al 12). Deben ser uno de las historietas que más veces leí (esto lo puedo repetir con varias de las que teníamos por casa). Soy consciente de que muchas cosas no las entendía, también de la cantidad de preguntas que me venían a la cabeza y que terminaba trasladando a mis progenitores, que siempre tuvieron a bien o contestarme directamente o mandarme a leer los libros de la biblioteca (desde almanaques a enciclopedias, ahora diríamos «guglea» o algo así y ya). Con esto quiero decir que con Mafalda aprendí, no solo por lo que contaba y cómo lo hacía, sino porque hablaba de un «presente» que no era el mío, con unas referencias que yo no tenía, pero me llevaban a buscar respuestas. Es curioso cómo funcionamos, muchos de los chistes de Mafalda se pueden aplicar al presente sin problemas, pero no podemos obviar el contexto en que se hicieron.
Mafalda se dejó de publicar en 1973, al menos como tira; luego solo tuvo apariciones episódicas acá y allá. Fue, creo, una buena decisión. Quino ya había contado lo que quería y podía con ese personaje, lo dejó en un buen momento y no alargó la «vida» de Mafalda, no ensució su propia obra intentando exprimirla. Además, defendió el uso en favor de los derechos humanos de su propio personaje, algunas apariciones posteriores fueron reales de protesta o apoyo a causas de DD. HH., también Quino salió a pedir que no se usara su personaje para apoyar causas en las que ni él ni seguramente su creación creerían (como el intento de uso por parte de las antiabortistas).
Personalmente quise ser más Libertad que Mafalda, aunque me veía más reflejado en el dubitativo y soñador Felipe. Salvo por la música, creo que coincido mucho con ese personaje (hasta en la mala dentadura). Nunca me agobié tanto como él, ¡por suerte!, pero creo que soy más tímido y todo.
Pero Quino no es solo Mafalda (sí creo que es la entrada para todo el humor de este autor), de hecho, algunas de sus mejores obras no están encorsetadas en la familia citadina de Mafalda, sino en ese «Humor de Quino» tan particular, tan surrealista, tan rompedor en las paredes de sus viñetas, tan atrevido.
El «humor de Quino» pareciera dirigido para el público que pide el siguiente paso a Mafalda, sin olvidar a veces el chiste simple, tonto, de risa fácil o de sonrisa ligera (uno de mis favoritos, en ese tipo, es el de la naciente pareja que se cita en una cafetería con nombre de un famoso cuadro, y ambos van a dos cafeterías con nombres alternativos de dicha obra). En fin, que tiene de todo y eso se agradece mucho.
El estilo de dibujo me encanta y el entintado de Quino me parece (y siempre me ha parecido) sublime. Poco más que decir.
Siempre que he podido, he puesto alguna tira de Quino (sea de Mafalda o no). Creo que en la mitad de las presentaciones que he hecho a lo largo de los años alguna ha caído.
Es uno de los creadores de historietas (así, en general, sin someternos solo al humor que cultivó) que más me han marcado, por eso tengo la necesidad de escribir estas líneas, aunque realmente no diga nada en ellas.
En otro ámbito personal, son muchas las cosas que a lo largo de los años me han regalado, contando el Todo Mafalda (mi madre) y el Esto no es todo Quino (una de mis hermanas), son «cosas» especialmente importantes, por el contenido y por quién me las dio. Un ejemplo de esto son las estatuillas de la foto, que las hizo Sara K. para mí, que guardo y expongo en la estantería con mucho cariño.