Ayer fue un gran día para las redacciones, el «debate» (llamémoslo así) en el Congreso de los Diputados «enfrentó» al líder del principal partido de la oposición (no es «el líder de la oposición») y a quien ostenta el cargo de Presidente del Gobierno español, se supone que veríamos, por un lado, a un gobierno a la defensiva vendiéndonos la moto de los cambios o proyectos que ha puesto en marcha o piensa poner, mientras que el principal partido de la oposición, primero en la intención de voto actual, sacaría todas sus armas dialécticas para, por un lado, desmontar las tesis del gobierno, y por otro, proponer «sus» soluciones.
Por supuesto, eso no pasó. Pero los medios felices, llenando tinajas de tintas donde aplican aquello de «lo que diga el mío es lo bueno, lo correcto, y lo bonito». El gobierno nos intenta vender la moto, sí, pero ya hasta falto de ideas en cómo presentar de forma distinta lo que ya nos ha enseñado tantas veces, se defiende de forma imposible y recurre a argumentos que simplifican el debate y ni siquiera asumen los cambios que las políticas gubernamentales están teniendo (del no se negociará reforma laboral a sí habrá reforma pero conservando derechos mientras que las propuestas van por el rumbo de no conservar dichos derechos; lo mismo en puntos concretos de política económica o de gasto, si quieres aumentar la demanda agregada de la economía española no puedes detraer recursos de Fomento, y si no quieres hacerlo, reconoce que ahora estás cambiando a Keynes por von Hayek, no digas que no has cambiado, etcétera), pura paja inútil solo puesta sobre la mesa para gritar, en la réplica, «y tú más». Y claro, todo es culpa de lo mal que se comunica el gobierno, eso dicen ellos, que no saben hacer «llegar» su mensaje, pero es que no tienen mensaje.
Ofrece un gran pacto entre las fuerzas políticas, para que todos «arrimen el hombro», mediante una comisión parlamentaria paralela a los contactos que ya hace el gobierno. Genial que se busque consenso, estúpido que se busque con comisiones que no servirán de nada, genial que se quiera recabar opiniones de otros (la base, se supone, de la democracia está en el diálogo), patético que sea una forma de atacar al que no se suma al «todos a una», y sobre ese pactismo y todos a una tengo serias dudas tanto de su utilidad como de sus resultados, por no decir que un pacto PP-PSOE en tema económico (donde no tienen tantas diferencias realmente), estando como está el PP, signifique aceptar sus principales tesis, así que me sumo al no gracias.
Mientras que el líder del principal partido de la oposición nos demostró que tampoco está a la altura, que cuando debe decir sus propuestas no las saca (lo peor es que en el fondo coincide más con el gobierno de lo que los medios insisten en presentarlo, y mucho más con la CEOE, claro), que da soluciones de titular fácil pero explicación nula, como aquello de salir de la crisis haciendo crecer la economía, ¡claro que sí!, la pregunta es «cómo» hacer eso, se niega por principio a acuerdo alguno si no pasa todo por aceptar por completo las tesis de su partido (eso no es pactar, señor mío), el gobierno debe reconocer que se equivocó en todo (lo curioso es que por la vía de los hechos ya hace, básicamente, ambas cosas, el gobierno del PSOE aplica las recetas propias de los «más liberales» tras intentar las de los «no tan liberales» -en ambos casos, capitalistas siempre-), que el PP tenía razón en todo, y hasta, los diputados del PSOE, deben echar al presidente del gobierno de su partido (tal cual). Pero, donde deben, no proponen nada, y cuando el gobierno hace una propuesta de las propias del PP, se salen por la tangente para poder continuar atacando al gobierno (pasa con la jubilación, realmente el PP no está en contra, pero retoma el tema para hablar del paro y decir que ese es el problema actual de la SS, y eso no solo es falso, sino que tiene poco que ver con la caja para cuando se cambie la pirámide poblacional tal cual avisan desde hace tanto tiempo que ya la gente lo pone en duda).
El resto de la oposición más a lo suyo, buscando ganar réditos regionales (los partidos nacionalistas no-españolistas) o un cambio en la política del gobierno a temas muy concretos que pueden resultar una aplicación más o menos laxa de su propio programa electoral (como lo que intenta IU, pidiendo a gritos que los socialdemócratas se comporten como tales, básicamente), se mantienen abiertos al diálogo porque saben que en una negociación pueden ganar más (para sí o sus representados) que en una confrontación directa, porque ninguno tiene posibilidades de ser gobierno a corto plazo, algo que no pasa con el PP.
Sobre la crisis económica ya he hablado bastante en esta bitácora, pero cada vez me fastidia más la sinrazón de quienes sacan pecho por el pasado de alza en la economía española sin darse cuenta que el tortazo actual es consecuencia, en gran medida, del modelo que originó el alza, incluso cuando citan economistas que apoyan parcialmente sus tesis (sus críticas al gobierno actual) se olvidan que los mismos le dan durísimo al modelo que permitió el «milagro español» (en su tiempo tan aplaudido, eso es lo que tienen los economistas, lo mismo que con las estafas piramidales que van recibiendo premios prestigiosos por ser grandes inversiones y luego explotan, lo mismo…), y el gobierno actual tuvo tiempo (pero no ganas) de revertir algunas cuestiones perversas del sistema basado en una burbuja creciente, y no lo hizo, más aun, sacaba pecho por los datos que luego se vieron derrumbados totalmente. Lo mismo que esas grandes instituciones financieras internacionales, sentando cátedra sobre cómo salir de la crisis, aplicando justamente las medidas que están en parte de la base de la crisis actual, que ellos, en su día, propusieron y aplaudieron por sus hinchados resultados, todos burbujeantes, y que ahora pretenden que repitamos.