TRUMP desatado

Liars TRUMP

Donald John Trump, en este segundo mandato, va con la careta quitada. Ha conseguido el apoyo claro y directo de una élite económica importante (el cómo una persona millonaria rodeada de muchas personas multimillonarias venden el discurso de «gente como tú» a las clases medias y bajas es todo un tema para hablarlo otro día) y ha decidido que ahora puede hacer y deshacer como quiera, mientras paga favores y enriquece más a los suyos; si para todo eso tiene que, además, fastidiar a mucha gente, gente vulnerable y en situación precaria, da igual.

Y es que le da igual. En campaña soltó grandes mentiras que dudo mucho que se las crea, pero servían para fundamentar su relato, para poder señalar a un monstruo como enemigo, para generar odio y miedo, lo que le trae votos. Es más fácil, en una economía con pleno empleo, señalar a las personas migrantes y decir que por su culpa no hay trabajos que plantear por qué estructuralmente un país con pleno empleo tiene tanta pobreza, por qué UN empleo no es suficiente y se necesitan DOS, por qué muchísimas personas con empleo no pueden acceder a una buena educación o una buena sanidad y por qué, además, pasa esto cuando son uno de los países con más gasto en sanidad y educación. En otras palabras, ¿para qué plantearse cómo arreglar un sistema si se puede golpear como culpable a quien no se puede defender?

Trump está desatado desde la incoherencia de las derechas, que hablan tanto de lo malo que son las ayudas, las subvenciones, el Estado metiéndose en la economía pero, inmediatamente, promete miles de millones en ayudas a empresas privadas (parece que la consigna es: el dinero del Estado para los ricos), baja impuestos a las grandes fortunas y pone aranceles que, lo sabe todo el mundo, no van a crear empleo patrio, pero sí van a encarecer determinados productos y, con ello, perjudicará a las clases menos pudientes.

La guerra de aranceles no tiene que ver con la economía, es una cuestión puramente política: es el gran consumidor (EE. UU.) ejerciendo el imperialismo económico para que pasen por su aro y a la par favoreciendo a determinadas empresas (con ello, a la clase empresarial, no a la clase trabajadora); EE. UU. con esto demuestra, una vez más, que las palabras firmadas no valen de nada, que las instituciones internacionales solo se defienden cuando le favorece a su agenda imperialista, a sus intereses económicos y políticos, y que no hay ni medio compromiso con lo que defienden estas instituciones (porque si las declaraciones sobre Panamá son malas, lo que dice sobre Groelandia es un ataque directo a un socio de la OTAN, y con total desparpajo; pero también podemos hablar de cómo se ha saltado a la torera el primer gran tratado multilateral de libre comercio al imponer aranceles a México y Canadá para, una vez que los doblega, al menos un poco y de cara al público, suspenderlos).

Porque no tiene que ver con la economía hay tantos presidentes y políticos de derechas hablando del libre comercio internacional mientras aplauden las medidas arancelarias de Trump; lo más curioso es que aplauden esas medidas cuando van en contra de sus propios países (si no están en el gobierno, parece que es recontra patriota aplaudir a quien ataque a tu país porque lo vuelves un ataque a tu gobierno, aunque perjudique a tu economía, a tu clase empresarial y a tu clase trabajadora, ahí manda el hacer daño).

Por eso también la queja con la Unión Europea se debe a que no «tratan bien» a sus empresas, ¿saben a qué se refiere? A que les obligan a cumplir las mismas reglas que las empresas locales, a que no se les debería dar trato de favor (que ya bastante se hace la vista gorda con mil temas, todo sea dicho), en otras palabras, Trump es capaz de lanzar un órdago inmenso que puede perjudicar mucho a las clases trabajadoras de los dos bloques económicos solo para pagar favores a grandes magnates de un puñado de empresas estadounidenses.

Pero, quizá, donde más desatado está es en cuanto a la falta de respeto a la vida y a los derechos humanos. El machismo vuelto bandera, la humillación de las personas vulnerables como razón de ser y, entre todo esto, la falta de respeto por la vida.

Lo que propone e insiste para la Franja de Gaza y el apoyo al terrorismo de Estado de Israel, dejando más que clara la limpieza étnica buscada por el gobierno de Israel (ni siquiera ellos se atrevían a decirlo tan fuerte y claro) e insiste en la misma idea. Sus asesores le matizan, pero Trump insiste en la idea principal, en la ocurrencia de que la solución está en que los palestinos se vayan de Palestina. Trump se pone la medalla de la tregua (y, parece ser, la forma en que presionaron al primer ministro israelí tiene peso en que dicho gobierno aceptara la tregua) pero da por buena la matanza y la solución del conflicto pasa por la limpieza étnica, ¿cómo se puede comer eso? ¿Cómo podemos aceptar que un año largo de destrucción plena de unos territorios (porque no es solo Gaza) y ataques a vecinos sea reforzado dándole el premio mayor a una potencia colonial e invasora? Para dejar claro que no son solo palabras, Trump ha dado luz verde a levantar los pocos palos que ponía EE. UU. al proyecto conquistador (colonizador) israelí.

Junto con la política de limpieza étnica, y no muy lejos en las bases racistas y clasistas, está la política con respecto a las personas migrantes en EE. UU. No podemos obviar que toda la gente es, por definición, migrante; y que en el caso de EE. UU., en concreto, sus clases dirigentes tienen pocas generaciones en el territorio que mandan; de hecho, mucha gente cercana al propio Trump son migrantes de primera generación (como el racista y clasista de Musk), y el preopio Trump es hijo de inmigrante (su madre era escocesa) y nieto de inmigrantes por el lado paterno (su abuela y su abuelo eran alemanes), pero da igual, lo que hace Trump como muchos blancos en América es señalar a las personas racializadas como el problema, como «el otro», como «subhumanos» y como gente criminal a la que hay que maltratar.

Así, toda la política migratoria de Trump pasa por negar e ir en contra de un derecho fundamental en Estados Unidos (que el nacimiento en el territorio te da ciudadanía -ojo, que esto no lo tienen todos los países, de hecho, en España eso no es así-) y a la par, atacar a las personas migrantes más vulnerables (porque, insisto, no es un tema contra las personas migrantes en general, es contra las personas migrantes racializadas, contra las personas migrantes pobres, que se note el racismo y el clasismo en la política migratoria de Trump y toda la ultraderecha), así pues, quiere hacer bandera de las deportaciones masivas (también ojo con esto: es quitarse la careta, que en el gobierno de Biden se expulsó a más gente que en el primer gobierno del propio Trump) como si eso arreglara algo, mejorara la vida de alguien, como si sirviera para algo…

El que esté mandando a las personas migrantes a Guantánamo tiene una cantidad de capas de significados tan atroces que no sé ni por dónde empezar. La base militar convertida en prisión de torturas de Guantánamo, que nunca terminó de levantarse en su uso como cárcel fuera de cualquier estándar de derechos humanos, queda fuera del territorio estadounidense en una isla a la que someten a embargo, según ellos, por no ser respetuosa con los derechos humanos (es que no se puede ser más incoherente en menos espacio físico), es un espacio que no está preparado para albergar a tanta gente como la que quieren mandar ahí y, sobre todo, es un lugar donde se van a consumir más recursos públicos que en cualquier otra parte del territorio, pero lo que importa es el mensaje: las personas inmigrantes pobres se las tratará como terroristas, como terroristas internacionales, dentro del símbolo de la lucha antiterrorista de EE. UU. por años, dentro de un espacio sin derechos, sin ningún tipo de derechos.

Se habla de 30 mil personas, eso son 30 mil vidas arruninadas, pero es una mota de polvo en la realidad migratoria del país; se hará daño a muchísimas familias simplemente por propaganda, por seguir diseminando un discurso de odio, por conseguir el aplauso fácil de sus fanáticos.

Aquí, bloques como la Unión Europea poco pueden afear, cuando en su seno hay países como Hungría o como Italia con políticas sobre las personas migrantes que, en el mejor de los casos, podemos calificar de poco respetuosas con los derechos humanos.

También está desatado por cómo está haciendo las cosas: nada de depender del parlamento, decisiones ejecutivas de él; y si alguien le chista, toda la maquinaria del poder contra esa persona. Pero eso también es otra historia.

Está desatado, pero no hace ni dice algo distinto a lo que prometió; está desatado en las formas, pero el fondo es el mismo que aplicó en el anterior mandato y no es tan distinto de la política del anterior presidente estadounidense, está desatado porque entiende que tiene dos años para acelerar en los cambios que le favorecen a los suyos y, para que no apeste demasiado, debe seguir exprimiendo el odio hacia las personas pobres, hacia las personas racializadas, hacia las personas que no forman parte de la comunidad heteronormativa; está desatado porque ha encontrado cómo explotar el odio a la diferencia y cómo canalizarlo en apoyo a su causa, sea la que sea. Está desatado porque, en muchos puntos, es un animal herido que da zarpazos para recuperar una hegemonía que hace tiempo perdió.

Está desatado con todo el machismo que le ha acompañado, porque su triunfo, en el fondo, es la victoria del malismo (como diría Mauro Entrialgo), no es algo nuevo, es lo que viene pasando durante demasiado tiempo. Más allá de las políticas que aplique (que no serán tan distintas a su anterior mandato), la diferencia es impregnarlo todo con un discurso de odio que será lo peor de su legado.

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