Dentro de este mundillo de la financiación colectiva en plataformas como Verkami o Kickstarter se van viendo ciertos cambios, o al menos, a algunos nos lo parecen (o a mí solo, aunque lo he leído en más sitios). Uno de esos lo estoy viendo en las cancelaciones. Una pequeña presentación desde lo personal (para que vean «desde dónde» escribo estas líneas): llevo un tiempo ya siendo mecenas y siguiendo los proyectos que se van creando (sobre todo en las categorías de juegos y de historietas) y he participado en cuatro campañas de mecenazgo para sacar libros, de las cuales una salió muy bien, dos justitas y una, la primera además, se quedó lejos del objetivo, esto es, no salió.
Por un lado, cada vez se usa más como plataforma de preventa por parte de agentes comunes de los mercados, sobre todo en publicaciones (de historietas, libros, juegos…) que como impulso colectivo de proyectos independientes. Acá creo que es importante distinguir tres niveles distintos, los de editores o promotores cuya filosofía fundacional es la financiación colectiva (bajo este paraguas han surgido algunas editoriales de juegos de mesa), la de autores que constituyen sus editoriales o colectivos y tiran de estas nuevas formas de financiación (un poco lo que hacemos con ClásicoZ) y la de editoriales de toda la vida que más bien se meten en esto porque, bueno, genera muchas noticias y preventas aseguradas, en otras palabras, copan un mercado más. Estos últimos sí que le quitan espacio a los independientes, pero eso sería para otra nota…
Uno de los debates normalmente abiertos con esto de la financiación colectiva es si el promotor del proyecto (sea o no el autor) puede o debe meter dinero en el mismo. Personalmente no encuentro absolutamente nada cuestionable en que el autor invierta (si no estaría haciendo la campaña, sería el 100% de la inversión; si la hace y solo tiene que poner el 10%, ya ha conseguido mucho), sobre todo cuando se trata de dar el «último impulso» (proyecto en que se pide diez mil euros, quedan menos de mil, ¿de verdad nos parecería mal que el autor se asegure esos nueve mil y con ello sacar el proyecto por el que han apostado muchas personas?). Pero no era el tema que me interesaba tocar…
Lo sé, llevo tres párrafos y aún no he dicho nada. Al menos nada de lo que promete el titular de la nota (y las primeras líneas de esta entrada). Lo primero que cabe decir es que hablo desde las percepciones, con lo que no tengo datos que corroboren lo que estoy diciendo (no es, de todas formas, una nota de investigación, es más un berrinche). Existen muchas razones para cancelar un proyecto lanzado de financiación colectiva (sea o no en una plataforma al uso), desde temas personales hasta financieros o legales, en fin, se nos pueden ocurrir varios: al autor ya no le apetece terminar lo que comenzó con ahínco y planteó para financiarse, la pérdida de un contrato en que se licenciaba un producto (para su traducción, adaptación, reedición o lo que sea), la no autorización para realizar una actividad, la pérdida o el no conseguir el socio financiero que hacía falta, además de lo que se sacara por la campaña… todas esas razones llevan a cancelar un proyecto, independientemente de si han alcanzado el objetivo financiero propuesto inicialmente.
Existe, en cambio, la razón que más cancelaciones está dando últimamente es el no llegar al objetivo económico (en el último mes, en dos categorías de Verkami, al menos tres cancelaciones; y hablamos de dos categorías que no suman veinte proyectos simultáneos en marcha; pueden revisar el subforo de Dark Stone, en cuanto a juegos de mesa, para ver noticias de proyectos que cancelan porque no están llegando al objetivo económico). Esa es una antirrazón (permítanme el palabro). Quiero decir, el sentido mismo de una campaña es pedir un dinero. La campaña puede finalizar con éxito (se consigue el dinero) o en fracaso (no se consigue). Cancelar un proyecto porque se ve que no se va a conseguir el objetivo económico es una forma indirecta de que no quede constancia del fracaso (así, si uno entra al verkami de Mio Zid, encuentra que no se consiguió el objetivo y cómo fue toda la campaña, qué premios y precios hubo y todo eso, mientras que si uno entra al de Bedouin -juego recientemente cancelado- simplemente encuentra con que el proyecto no está disponible; uno aparece en el buscador y en los proyectos en marcha y el otro no; es cierto que esa es la forma en que lo muestra Verkami, KS funciona distinto; aún así, aparece «cancelado» y no «no financiado» en la ficha del proyecto).
No, no me parece suficiente con que digan que tienen que replantear la campaña para relanzarla, nada impide relanzar una campaña que acabó sin éxito (sin financiar -que no fundar– el proyecto). Es muy frustrante ver que tu campaña no avanza, que se ha estancado, que pasan los días y se acerca una hora de finalización que sabes que no tendrá nada positivo… pero es parte del «juego», de la apuesta por hacer una campaña de financiación colectiva en una plataforma determinada. En dos de las campañas que he participado, además, se consiguió el objetivo casi sobre la hora, lo cual no es nada divertido, eso lo reconozco y he vivido.
Repito y acabo: si la idea de una campaña de financiación es ver si se consigue o no un objetivo económico para empezar el proyecto, por favor, no lo cancelen los últimos días viendo que no conseguirán el objetivo. Sean honestos y transparentes con esa herramienta, luego replanteen y relancen bien la campaña.
Excurso: si alguien se está preguntando cómo meterse a organizar estas campañas de financiación colectiva o crowdfunding, como hay gente que ya ha hablado largo y tendido sobre estos temas, es mejor enlazar sus notas. Voy a poner cinco aparecidas en 2d10 Juegos: «Crowdfunding, consejos de un novato», «Cómo hacer un crowdfunding y no morir en el intento» (este tiene dos partes más: segunda y tercera) y «Eureka! Tour ¿Porqué una campana de crowdfunding sale bien?» (sic.). Como ven, son artículos escritos desde la práctica.