En muchos ámbitos estamos con la mala costumbre de comparar los datos o con el final del periodo de Rodríguez Zapatero –algunas publicaciones seudocientíficas directamente comparan unos trimestres con el último de 2011 cuando eso estadísticamente está prohibidísimo– o con el peor punto de la crisis que estamos pasando. Lo primero tiene una evidente razón: dejar claro que tan mal no va con el PP –ya hay muchos datos que mejoran al último del PSOE– y lo segundo tiene que ver con darnos un poco de coba a nosotros mismos: miren qué buenos somos. Más inversión en no sé qué; más empleo en no sé cuanto; más gasto social… Paren el carro un poco. Deberíamos estar comparándonos con un trimestre similar a «antes de la crisis»; siendo este el objetivo –estar, al menos, tan bien o tan mal como hace unos años–. También nos olvidamos que el «antes» fue lo que nos llevó al «ahora»; al menos por mi parte no me apetece escribir media línea para favorecer un modelo de crecimiento basado en la especulación y la construcción, además de la precariedad. [Continúa leyendo en D=a=].