A vueltas con la revocatoria

El tema del día es la revocatoria. El tema de los próximos meses, junto con otros, será la revocatoria. Ya hay fecha: 17 de marzo de 2013 (resolución 1000-2012-JNE, PDF). Se hará por separado de los procesos del 2013, con lo que Lima tendrá toda la atención que, seguramente, iba a tener, pero sin robarle minutos al resto de autoridades a revocar. Sobre este tema se está escribiendo bastante, algunos recomendados: «No a la revocatoria pero…», de Ocram (que tras un tiempo se anima a usar su bitácora), «Nuestra posición sobre la revocatoria», de José Alejandro Godoy y «La antipolítica de Villarán», de Carlos Meléndez (publicado en El Comercio el 30, supongo que pronto lo pondrá en su bitácora). Hay muchos otros interesantes, o no, ya pueden buscarlos ustedes. Esta entrada no lo es.

Sí, el proceso para convocar la revocatoria ha sido todo menos limpio, cantidad de firmas falsas, cantidad de muestras, una y otra vez, de los intereses (y los dineros) que andan detrás de quienes la impulsan, en fin, cantidad de porquería (contando algunas decisiones del Jurado Nacional de Elecciones). ¿Y qué? Nada de esto nos debe hacer inclinar la balanza por el «no», esto es, la pregunta no es si la revocatoria se presenta más que limpia y pura desde una perspectiva de la participación ciudadana, sino si Susana Villarán, alcaldesa de Lima, debe o no seguir en el cargo, ella y otros más.

Si la revocatoria se planteara como una especie de Moción de Censura de los países parlamentaristas, esto es, cuando dicen «ya no queremos este gobernante, ahora queremos este otro», pues sí, la pregunta no sería «echar a Villarán» sino, más bien, elegir a un reemplazo directamente, estaríamos en otro escenario en que la importancia de quién está detrás de la revocatoria y el candidato alternativo sería un punto más que crucial (como en cualquier elección de una autoridad, hay que saber quién es esta persona y cuáles son sus círculos y pagadores), pero no es el caso. No podemos cargar el sambenito de quien promovió la convocatoria de la consulta a los que realmente rechazan al actual equipo de gobierno de Lima y quieren pedir a la señora Villarán que se vaya.

Ya pasando a la institución, hoy mucho más cuestionada que hace unos días (cuando se celebró un proceso de consulta que afectó a buen número de autoridades distritales y a unas cuantas provinciales)… es cierto que muchos expertos cuestionan desde hace tiempo a la institución tanto por la práctica existente como por la actual configuración legal de la institución, o una mezcla de ambas, pero digamos que no eran parte de la agenda de nadie dichas cuestiones hasta que tocó Lima.

A mí personalmente me gusta la idea de poder cuestionar la duración del mandato de un cargo electo, para que no exista esa sensación extraña de que se entrega un cheque en blanco con cada proceso electoral. Vamos, que aunque tiene problemas, no es una mala idea, es poder decirle a un representante que su papel no está siendo el esperado, que se vaya un poquito a la porra, más que restringirlo deberíamos ampliarlo a otras autoridades, como los congresistas. Por mi parte le veo, a la configuración actual, algunos problemas de base, por ejemplo, si se dan nuevas elecciones municipales (por haber revocado a más de un tercio del Consejo), el que entra lo está durante los años que le quedaban al anterior, ¿por qué? es una nueva elección, debería tener un periodo de cuatro años a contar desde su toma de mando, y no, la justificación no puede estar, como lo está, en la necesidad de concentrar todas las elecciones del país en una sola fecha, oiga usted, que por algo se descentraliza y se desconcentra.

Siempre digo que no hay que legislar en caliente, pues con esto de la revocatoria también hay que enfriar un poco los ánimos de los que ahora ponen el grito en el cielo por su existencia, y es que hay que fastidiarse, con todos los procesos consultivos que hay, contando el que acaba de pasar (¡acaba!), que recién se preocupen (¡descubran!) sobre la institución tiene tela. Y no es que hablemos de una norma que esté desde hace eones sin ser cambiada y actualizada, la actual redacción de la normativa sobre la revocatoria recogida en la Ley N° 26300, de los Derechos de Participación y control, esto es, el capítulo III del Título II (artículos 20 y siguientes) es del 2009 (gracias a la Ley N° 29313), ¿es que hasta hoy no sabían que por intereses extraños se promovían revocatorias? ¿O es que hasta que no vieron a su autoridad en un proceso no se enteraron de que los mismos existían? Excluyo de estas preguntas, por supuesto, a los que llevan años quejándose o analizando la institución o siguiéndola de alguna forma.

Se plantea ahora el tema del costo de las elecciones, peligroso en el fondo, porque si nos fijamos en los dineros, ¿por qué tenemos elecciones?, ¿por qué cada cuatro años y no seis u ocho? ¡Nos ahorraríamos un montón de plata! Si fueran cada ocho nos ahorraríamos una elección por periodo en relación al tiempo actual.

Ya está acá la revocatoria, no matemos al mensajero, no llevemos el debate a la discusión estéril, hay un equipo de gobierno que debe demostrar que tiene fuerza y proyecto para seguir adelante, a ver si sirve a la mandamás local a aprender a hacer política (en el sentido que dice El Jorobado, o sea, Carlos Meléndez en su columna de El Comercio ya enlazada), a generar no solo partidarios de gatillo verbal fácil, sino realmente ciudadanos comprometidos. Y claro, ya que tanto hablan de honestidad, no es honesto, por incoherente, hablar tanto de la participación ciudadana y luego querer impedir una consulta popular. Guste o no, eso también es participación.

Y no deben plantear esto como un buenos contra malos, porque ese no es ni debe ser el terreno de juego.

Un comentario en «A vueltas con la revocatoria»

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