10:30 am, me acerco al local de votación habilitado para los peruanos de Castilla y León en Salamanca. Hora de ejercer el voto. No señor, su mesa aun no se abre, si usted quiere puede… Ah no, yo no, tengo que irme en un rato, y la vez pasada estuve y me anularon el acta por falta de votos. (Se ríe, también yo). ¿Hasta qué hora se pueden conformar las mesas? Hasta las 12. Hecho, doy las gracias y me marcho a hacer tiempo. La gente sigue entrando al local para las mesas que ya están abiertas, faltan solo Palencia (la mía) y Segovia, quieren unirlas, pero no llegan los voluntarios… A las doce volví, la secretaria, una española, me reconoció, sabía que estuve la otra vez y esta no me insistió, aun no abrían la mesa, pero estaban con cola, un autobús de Palencia llegó lleno de monjitas, y los del consulado comenzaron a ver si conseguían otro más, tenían ya dos señoras voluntarias, faltaba uno más… Tras unas conversaciones, listo, una señora se presentó voluntaria, crucé unas palabras con uno de los de los que ahí trabajaban y otras con la secretaria, de Dueñas, palentina de corazón peruano afincada en tierras charras, cosa curiosa. Se abrió, entró la larga cola formada por los peruanos residentes en Palencia, me fui a dar una vuelta, al fin tocó mi turno sobre las 2pm y voté, le agradecí mucho a quienes se presentaron voluntarios, aun me acuerdo del referendo del año pasado… Esta vez me duele el voto.