Parte de la prensa está atacando la Huelga General del próximo 29 de Septiembre mediante un bombardeo a los sindicatos convocantes (y generalizándolo a todas las organizaciones sindicales): Que si viven de los impuestos de todos por el tema de las subvenciones (también la organización que dirige Díaz Ferrán recibe subvenciones, y nadie las cuestiona, al menos no con la saña con la que se ataca las sindicales), que si tienen unos liberados con sobresueldos (¿cómo? hay muchos pluses que los liberados no cobran -por obvias razones- por no decir que la mayoría -por no pillarme los dedos diciendo todos– de sindicatos no pagan el trabajo de sus liberados -justamente cobran por ese trabajo de sus empleadores-), que si son unos vagos que viven con yates de lujo (pues Toxo gana menos como Secretario General de CC.OO. que cualquier dirigente medio de los partidos políticos, no hablemos ya de gente como Rajoy o Leire Pajín), que si tiene nosecuantos mil delegados sindicales (confunden representantes con delegados en sentido estricto, por cierto, los representantes se eligen en elecciones, ¿podemos decir lo mismo de los empresarios que configuran las patronales?), que si ir de huelga este 29 es apoyar a esas organizaciones arcaicas en el pensamiento y contrarias al progreso (lo que no es verdad, ir a la huelga el 29 es ir en contra de la reforma laboral, nada más ni nada menos). En fin, que hay una derecha mediática que ataca a los convocantes para que los trabajadores no se sumen a la huelga por aquello de las malas compañías. Y el gobierno encantado.
Lo peor es que esos mismos llevan años reclamando a los sindicatos que se movilicen, que si eran unos vendidos por no protestar, que si patatín que si patatán, y cuando convocan (por fin, que han tardado) la Huelga General, que son unos vendidos por convocarlas (teoría de la conspiración: Es una huelga pactada para reflotar la imagen de Rodríguez Zapatero… ejem… es una huelga contra una reforma hecha por ese personaje que dice dirigir el país), que harán mucho daño a la economía del país (¿entonces qué era lo que reclamaban que se hiciera antes, cuando la exigían?), que hay que arrimar el hombro y nada de huelgas, que eso es del siglo pasado (también prohibirlas), en fin, que recogen el sentir de gente como Montoro, alto dirigente del PP. Hablando del PP, partido que se autodenominó de los trabajadores, no apoya esta huelga ni apoyó la de los funcionarios.
El gobierno está encantado, ha sacado adelante una reforma que le queda corta a la patronal pero es mucho más de lo que esta hubiese conseguido en la mesa de negociaciones con CC.OO. y UGT, que la derecha se retrate (no sé qué tanto habla el PP sobre los defectos de la reforma cuando en sus enmiendas no corregían ninguno -se quejan del tema del despido, pues lo que ellos proponían lo ampliaba más y peor-, y eran aun más antisindicales que la reforma del gobierno -muchos temas en que la ley ahora da el mínimo o es taxativa el PP proponía que se pudiera «empeorar» por negociación colectiva-), al menos parcialmente, y ello se ve en que no han tumbad la reforma por más que podían (incluso el PP, con su abstención, ayudó a que se convalidara el Decreto Ley que la aprobó, con lo cual aunque Las Cortes hubiesen fracasado en el trámite de la reforma como proyecto, la misma ya estaría como Ley), y en el fondo, lo que pasa es que, al igual que a la CEOE, les parecía escasa en precarización de los trabajadores.
Lo dicho, el gobierno está encantado, la prensa antisindical se la hacen sus enemigos, aunque estos ganarán pase lo que pase, como apunta Escolar hoy en Público:
«Pase lo que pase, el 29 de septiembre la derecha podrá celebrar un éxito. Si la huelga triunfa, será una derrota del Gobierno. Si la huelga fracasa, será una derrota aún peor, la del sindicalismo.»
Pero será en todo caso, para el gobierno copado por el PSOE, una victoria en sus intereses mercantiles, ha contentado al Capital internacional, que le preocupa mucho más que sus trabajadores, que los ciudadanos que le votaron, que sus promesas electorales, que la salida social de la crisis que tantas veces anunció, y está contento porque siguen mandando, o hacen como que mandan, cobran como si mandaran. Y está contento porque han desactivado el resultado de la huelga antes de que pasara: El texto ya se aprobó en las Cortes y Corbacho, Ministro de Trabajo, ya anunció que dejará el ministerio tras la huelga pero no por la huelga. Y está contento porque muchos de los trabajadores que saldremos a la calle, por más que gritemos Zapatero dimisión como se ha escuchado en las últimas reuniones sindicales, ven que en el frente con posibilidades de entrar en Moncloa están quien demoniza a todo el movimiento sindical (gracias Esperanza por dejarlo más que claro con tu exitosa cortina de humo en el debate del Estado de la Región, que más que sobre Madrid se habla sobre los liberados).
Este 29 de septiembre hay que estar en las calles, secundando la Huelga General, para dejar claro nuestro descontento con la antisocial y antilaboral reforma del Estatuto de los Trabajadores, ni más ni menos (bueno, más todo lo que quieran), no es una huelga en apoyo de los sindicatos o de la existencia de liberados sindicales (sí les aviso que sin ellos y el tiempo que dedican posiblemente sería imposible organizar una huelga general), ni es hacerle un favor al gobierno según las teorías conspirativas, es para mostrar nuestro hartazgo porque las crisis las paguemos nosotros, porque la solución sea rebajar los derechos de los trabajadores (mientras que a los más ricos se les quita impuestos, como el del Patrimonio), no fuimos los más beneficiarios de la época de bonanza (más aun, durante los noventa y todo el 2000 la diferencia entre los salarios medios y los ricos creció, esto es, la desigualdad creció abrumadoramente, los grandes directivos cada vez ganaban más cuando en términos reales los trabajadores perdíamos capacidad adquisitiva) y no tenemos que ser los más perjudicados en las crisis.
Es una huelga en favor de los derechos de los trabajadores. Es increíble los ríos de tinta que corren en ciertos diarios sobre los «liberados» y los «sindicatos mafiosos» pero no se dice ni una palabra sobre las razones de la huelga (casi de ninguna huelga se habla sobre esto, sí sobre sus «consecuencias negativas» para las «víctimas», esos usuarios de, digamos, la radio).
Y espero que todos esos trabajadores que miran de reojo a los sindicatos (y no solo a los dos sindicatos mayoritarios) se pregunten cómo sería la legislación y sus vidas en el trabajo sin: Convenios Colectivos, con todas las reformas que hemos conseguido (al menos parcialmente) echar atrás con huelgas generales (como la del 2002, la del 94, la del 88…), la asistencia jurídica que prestan los sindicatos (no vean la cantidad de gente antisindicalista que, cuando la despiden, ve que la mejor solución es un abogado sindicalista o vinculado a un sindicato), todas las conquistas sociales conseguidas gracias a las luchas obreras y sindicales en los últimos 200 años, que piensen en eso y luego hablen, porque si solo van 40 o 48 horas a la semana al trabajo y no más de 56 es gracias a los sindicatos y las huelgas.
Ninguna de las dos centrales sindicales que convocan la huelga general es santo de mi devoción, estoy mucho más cerca a otra forma de sindicalismo, pero no me molesta marchar a su lado este 29, porque el reclamo es justo y necesario.
[…] sectores productivos, algunos, afirman que es muy limitada. Muy distinto es el punto de vista de los trabajadores, que ven recortados sus […]