Se veía venir. Una epidemia que comenzó en la «cosmopolita» Cataluña, donde sus ayuntamientos prohibían entrar en instalaciones públicas a mujeres con burca o nicab (y medios de comunicación que nos muestran mujeres con el «velo islámico» o «hiyab» para hablar de otras prendas), incluso se prohibía en municipios en que no existía este «problema» (en un caso se dio en un ayuntamiento sin ningún inmigrante empadronado), la extrema derecha (presente en muchos ayuntamientos), la derecha (PP y CiU) y parte la pretendida izquierda (el PSC en algunos sitios, y otras fuerzas), se peleaban la paternidad de esta estúpida iniciativa (como dice Salomé García, recogiendo las palabras de un amigo suyo, «es como prohibir los moratones para erradicar el maltrato»). Ahora han ido a más, en el Senado los grupos de la derecha (UPN y CiU, PNV votó en contra), a propuesta del PP, han conseguido que se apruebe una solicitud al gobierno para prohibir el burka y el nicab en los espacios públicos en general (esto incluye la propia calle).