Mi estimado congresista adoptado, Jorge Alfonso Alejandro Del Castillo Gálvez, cada vez se mete más en el fregado de los Petroaudios, a la par que el partido de la estrella, también conocido como APRA, se divide entre sus defensores y detractores (que le atacan incluso con más ahínco que la inexistente, a ratos, oposición), y que humalistas hayan olido sangre y decidan lanzarse contra la presa (y esta vez, con toda la razón del mundo y un poco más).
Del Castillo, que tonto no es (aunque haya sido el blanco de todos nuestros chistes por su defensa a García, algo que años después se pagó con la presidencia del Consejo de Ministros, que no es poco), está jugando sus cartas políticas como mejor sabe, aparentando rectitud. Por eso renunció a la inmunidad, que es una renuncia a medias, pequeñita, testimonial, que no sirve de nada, o al menos, sirve de poco. Realmente no renuncia a su inmunidad parlamentaria porque no puede, pero sí allana un poco el camino de que se le levante dicha inmunidad a pedido de la judicatura (esa que pierde archivos y tal). Claro que no aprueba o pide una Comisión Investigadora en el Congreso (y menos pide que la dirija la oposición), como digo, Del Castillo tonto no es, y si se dispara al pie lo hará con una de fogueo nomás.
La acusación contra el ex primer ministro Del Castillo no es tontería, no es simplemente que trabajara para un grupo de presión en esa frontera entre la conducta políticamente reprobable y el delito, sino que es gorda, que está muchos kilómetros por dentro del maravilloso mundo del Derecho Penal, donde Cohecho y Prevaricación van de mano cual amantes inseparables, buscando sus niditos de amor llamados Cargos Públicos con Poder, y rodeados de sus amigos Tráfico de Influencias y demás tipos penales de buen vivir. Porque son delitos que no se mancha uno nada y puede salir graciosamente impune, más en países como Perú, donde para colmo subsiste la idea de «roba pero hace obra» como algo lícito (y premiado con los votos, ¿no Castañeda? pregunto nomás), no son como esos otros delitos que manchan las manos, que ensucian por pura porquería, y que suelen cometer los pobres, de solemnidad o de espíritu, según corresponda.
Bugattas, de nombre Daniel y del Partido Nacionalista Peruano (PNP), tampoco es torpe en estas lides político-judiciales, y está intentando no solo que se investigue a Del Castillo, sino ponerlo en evidencia pública al dejar claro que Del Castillo solo hace «gestos» que no tienen interés real de que se les investigue, por ello declara: «Él hace gestos políticos como de una persona intachable pero lo que acá queremos es que ratifique a la comisión investigadora con su firma». Y por eso también es que el PNP realiza la acusación constitucional solicitando, en ella, una inhabilitación de diez años para el congresista aprista, que no es poco.
Y lo peor es que ni siquiera podemos pedir que Del Castillo renuncie al Congreso peruano para que los tribunales actuen con total libertad y, además, no tengamos el enésimo congresista metido en ese tipo de líos, pero nuestra constitución no lo permite… Aun.
Del Castillo, en todo este lío, simplemente es una pieza más, que la torre desaparezca no soluciona el problema, el Rey sigue ahí, y todo su entramado continúa vigente, es difícil que todo esto cambie, incluso que se llegue a «resolver» una parte minúscula de un caso realmente grande… (Aunque en su momento se llevó por delante a Del Castillo y algunos de sus ministros, pero no se hizo una «limpieza» de los implicados en el caso, ni se les investigó realmente…)
Yo quiero saber lo siguiente, estimado.
¿Dónde hay una prueba de todas y cada una de las acusaciones a Del Castillo, más allá de los dimes y diretes de un par de lobbystas que se pavonean de que conocen, que han conversado, que se han encontrado, que han saludado y que han comentado bla bla blá con Del Castillo? ¿Dónde está la prueba de lo que dicen, de lo que pavonean estos mequetrefes? No la hay, solo está aquello que dicen estos tristes mentecatos corruptos, que además sale, de manera periódica, a cuentagotas, lo que me hace recordar al dicho: miente, miente, que algo queda. Y también me hace recordar a la política de destrucción mediática fujimontesinista contra Andrade y Castañeda de hace unos años.
El grupo impulsor de esta campaña de demolición, mismo diarios Wolfenson en el fujimorato, es nada menos que el grupo El Comercio, quien no ve de buen agrado a Del Castillo, en vista de que podría ser un contendor de polendas frente al candidato más seguro para sus intereses, aquél que le diera a este grupo la oportunidad de tener un canal de televisión en señal abierta, es decir, el señor Alejandro Toledo.
Y una cosa más, todo esto es avalado por el mismísimo presidente de la República. Es él el que es amigo de Rómulo León, Quimper y compañía. Es él el que mandó el baguazo, es él el del indulto a Crousillat, y sin embargo los sacrificados son Del Castillo, Cabanillas y Pastor, respectivamente. Y El Comercio no solo lo sabe, celebra con García el hundimiento de Del Castillo, porque El Comercio siempre está con el poderoso. Porque el megalómano AGP se cree Cronos y devora a todo posible Zeus que pueda defenestrarlo. Es por ello que se hace esta campaña contra Del Castillo.