Leo y releo la noticia en El Comercio, y no sé si reírme a pierna suelta, indignarme y gritar al monitor, o directamente tomar como una broma de mal gusto esas declaraciones proferidas por Arturo Valenzuela, el «Assistant Secretary of State for Western Hemisphere Affairs» (Secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental) de Estados Unidos, que se «muestra preocupado» por los «discursos agresivos» de algunos líderes de la región así como por el militarismo que ve por parte de algunos gobiernos.
¿No se les caerá la cara de vergüenza? Lo dice un alto cargo de un país exportador neto de armas, fabricante de las mismas, y que está metido en más conflictos internacionales, muchos de ellos creados y montados por su propio país, pasándose por el forro toda la normativa internacional, y va y dice que le preocupa el militarismo… Jamás les ha preocupado cuando quien compra las armas es un «país amigo», sobre todo cuando las armas que se compren son de fabricación estadounidense. Cuando las mismas son rusas o chinas o españolas o lo que sea, sí que hay problemas.
No puede hablar de la preocupación por el militarismo quien mantiene bases por donde pasa, quien invierte más dinero en armas que en medicinas, quien envía sus tropas a todos los rincones del planeta y las introduce en el ámbito latinoamericano como si fuera el patio trasero donde sus marines aprenden a matar, no puede hablar en serio, tiene que estar bromeando.
Son malos sus ejemplos, por un lado, porque Perú está entre los países que aumentan su gasto militar y siempre se pone en manifiesto las armas de los vecinos para justificar absurdas compras a China o a quien corresponda, porque Chile, por otro lado, es uno de los países de la región que más gastan en armas (y bien lo saben en Estados Unidos, ya que ellos son de los principales proveedores), que aun tiene una contribución con reserva exclusiva para gastos del ejército, y Argentina, si pudiera, le vendería, otra vez, armas a cualquier país en conflicto.
Si tanto le preocupa el armamentismo en la región, que me parece fenomenal, que inicien por dejar de vender armas en la misma. A ningún país. Lo que les fastidia es no controlar el armamento en total, no llevarse todo el pastel, y que lo compren países que no son muy amigos de sus políticas a países competidores (me pregunto si se hubiesen negado a vender cinco mil millones de dólares en armas a Venezuela, algo que hará Rusia, hay que recordar que hace cinco años nomás que Venezuela rompió el «intercambio militar» con Estados Unidos, y comenzó a comprar a España y Rusia el material militar).
No puede hablar en serio de preocupación de discursos agresivos un representante de un país con una política, no ya discursos, realmente violento, que limpia los golpes que le convienen y hace la vista gorda de la violencia política de quienes elevan su discurso a verdad sagrada, pero a quienes no le siguen el juego los crucifican hasta por sus estornudos, no puede hablar de lenguaje violento quien representa a la violencia…
Un comentario en «¿Es una broma?»