La «ruptura» dentro del fujimorismo es casi graciosa. Y falsa. En todas las elecciones pasa algo como esto, uno de los tantos movimientos que se reclaman fujimoristas intenta ir por libre, y el resto, en mancha, le niega el carné de autenticidad, o algo así. Lo más gracioso es que esta vez la facción «disidente» es ni más ni menos que Cambio 90, partido que lanzó a Fujimori en 1990, partido que se niega a seguir el camino marcado por la actual lideresa del fujimorismo (hija del caudillo) que ha fundado el enésimo partido fujimorista (en el ADN del fujimorismo está el fundar partidos y movimientos como quien cambia de lema electoral, forma parte de su política anti-partidos) por… por… por lo que sea. En fin, Carlos Raffo dice que los de Cambio 90 no son fujimorista, pero ¿qué es ser fujimorista realmente? Porque si es entrar en política para forrarse a costa de todos, idolatrar a un líder preso por casos de corrupción y crímenes contra la humanidad, justificar matanzas, apostar por la mano dura y por «el mercado» y odiar la democracia de partidos y todo lo que huela a izquierda así como ocultar la propia ideología bajo el paraguas del «pragmatismo», Cambio 90 es tan fujimorista como Carlos Raffo.
Día: 11 de abril de 2010
¿Es una broma?
Leo y releo la noticia en El Comercio, y no sé si reírme a pierna suelta, indignarme y gritar al monitor, o directamente tomar como una broma de mal gusto esas declaraciones proferidas por Arturo Valenzuela, el «Assistant Secretary of State for Western Hemisphere Affairs» (Secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental) de Estados Unidos, que se «muestra preocupado» por los «discursos agresivos» de algunos líderes de la región así como por el militarismo que ve por parte de algunos gobiernos.