Históricamente los empresarios han hecho lo posible para reprimir a los trabajadores organizados, siempre a través de la represión mediante el Estado que no hace más que responder a sus intereses. Una vez que el movimiento obrero consiguió hacer valer parte de su fuerza, y las situaciones socio económicas recomendaron la estabilidad mediante el pactismo, decidieron así ceder ante unas cuantas reivindicaciones, aceptaron determinados derechos pero, una vez más, los vaciaron de contenido real, un buen ejemplo es el derecho de huelga y cómo, además, los empresarios siguen llamando a las puertas del Estado para que reprima, y estos aceptan.