Si la Sanidad Pública no es obligatoria, estará tendente al fracaso por falta de fondos, o al menos, a vivir del aporte directo del Estado y en condiciones de mayor abandono que si sus usuarios potenciales son todos los habitantes del país. El sistema público no está reñido con el privado, países en que se mantienen ambos han conseguido que los dos funcionen decentemente, e incluso que trabajen juntos en mayor o menor medida. Tampoco se puede hablar de un sistema universal de Salud cuando se va a dejar a más de 12 millones de personas fuera de él, y que estas, además, se encuentran entre las más marginadas y desfavorecidas del país.