Casi tres meses después de los enfrentamientos y la durísima represión en Bagua no se ha avanzado casi nada (al menos tras las derogatorias de algunos decretos legislativos), y dirigentes de la zona están más bien cansados de la inacción del gobierno (por no hablar de la negación de los sucesos) y ya avisan que el gobierno se puede enfrentar a nuevas movilizaciones. William Baldera, presidente de la Coordinadora Político Social de la provincia de Utcubamba (CPSU), declaró: «Indiferencia del Gobierno dará pie a nuevas protestas en la Amazonía».
El presidente de la CPSU afirmó:
«Estamos ante un Estado ajeno a que se descubra la verdad, estamos ante un gobierno que lejos de responder a los intereses de la población y los pedidos de pueblos los amazónicos, más bien pretende tapar la verdad con indiferencia. (…) Los dirigentes somos ahora señalados como criminales, por el único hecho de asumir protestas en busca de una solución a los problemas que tenemos los amazónicos.»
Javier Velásquez Quesquén, quien paseó a las comunidades en el Congreso de la República, mientras era Presidente de la cámara, y que ahora es Primer Ministro aunque el cargo le queda grande, dice, como respuesta a un comunicado de Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), que «el gobierno no tiene intención de pasear a las comunidades nativas», y exigió «madurez patriótica» a los dirigentes de las de las mismas para que el diálogo continúe, así como que recordó que ellos, el gobierno, ya cumplió con poner la mesa… Claro, como si eso fuera suficiente para que existiera diálogo, o para que el mismo fuera a alguna parte.
Lo de siempre, el gobierno retrata un Mundo Feliz mientras que las comunidades ven el tema más bien parado, complicado, sin salida, y con un gobierno indiferente, así es como se llegó a los sucesos de Bagua, tras muchos meses de paro y toma de carreteras, sin que las autoridades ni le hicieran caso y con un Congreso dando largas a las comunidades indígenas, terminó todo explotando.
Las mesas de diálogo no tienen sentido en un marco en que sirven para puentear las instancias institucionales existentes (ineficientes en todo caso), las autoridades locales pierden toda presencia real y el tema se vuelve un comunidad – Estado (gobierno central) donde este segundo toma la vía de la dilatación para ir imponiendo, por la vía de los hechos consumados, la realidad que no consiguió establecer dándose una respuesta por parte de las comunidades a las que se lleva, como solución irreal, a las mesas de diálogo. Una mecida en toda regla. O una desinstitucionalización de la resolución de conflictos, y ahí sí que no sé cuál será peor a la larga.
Velásquez Quesquén dice no entender la actitud de AIDESEP cuando el diálogo está en marcha, aunque existan dificultades, claro que él tampoco entendía el problema de que un tema urgente se postergara una y otra vez por maniobras de su bancada mientras él dirigía el Congreso, tampoco entiende ni entendió entonces la postura de las comunidades, tampoco entiende ni entendió por qué molesta que el gobierno insista en que todo lo que ha pasado es culpa de extranjeras conspiraciones y engaños a los nativos, tratándolos como verdaderos imbéciles, ni entiende el fondo de todo el problema ni que las comunidades están cansadas de hacer huelgas de meses a las que el gobierno no da bola… ¡No entiende tantísimas cosas!