Sobre la retirada [escalonada] de las tropas de Kósovo se ha escrito mucho, sobre todo hablando sobre las reacciones del mando militar de la OTAN y del gobierno de Estados Unidos (¿estoy siendo redundante?), porque, en general, hay acuerdo que no tiene sentido mantener tropas en un país que no se reconoce como tal (España es uno de los pocos gobiernos de la UE que NO reconocen la independencia de Kósovo).
Se comenzó, claro, con el politiqueo barato, que si te falta tacto, que si somos independientes y hacemos lo que nos da la gana, que si no se terminó la misión, que sí leñes, que se terminó, que si nos dedicamos a enfadar a los aliados, que si ya se les había avisado y por eso rectificaron sus duras palabras rápidamente, y no sé cuántos que si más.
Algún comentario he leído por ahí [no recuerdo dónde] que rezumaba por todos sus poros un optimismo renovado, viendo un pacifismo inexistente en un gobierno que está en el límite máximo de soldados en misiones fuera de España pegándose tiros con gente a la que ni entienden cada vez que se intentan comunicar, así que se dedican a hablar en el lenguaje común: El miedo y los tiros (más lo primero que lo segundo, salvo en Afganistán).
En otras palabras, se ha estado discutiendo la superficie, y en ningún caso se ha entrado en el fondo del asunto teniendo en cuenta «lo que pasará» en poco tiempo, contando por supuesto la reunión del alto mando de la OTAN con el tema de Afganistán sobre la mesa (con el reingreso franchute a filas). Hasta ahora el mejor comentario al respecto lo he leído en una columna de Carnicero: «Kosovo por Afganistán». Cito el último párrafo:
«La posición de retirada española de Kosovo sólo tendría una explicación sobre todo en la forma en la que se ha realizado si se tratara de preparar a la opinión pública española para una mayor implicación en Afganistán, lo que probablemente tuviera que ir acompañada de una nueva definición de la misión de las tropas españolas y un aumento sensible del contingente militar que ahora sería posible una vez que el Gobierno libera tropas en Kosovo y levantó su autolimitación a un número máximo de 3000 militares españoles en misiones internacionales.»
En otras palabras: El gobierno con esto quiere «ganar puntos» (como lo hizo cuando retiró las tropas de Iraq, cumpliendo una promesa electoral) y «tropas liberadas» para poder replantear la estrategia en Afganistán, intentando orientar la opinión pública (en España muy reticente a las intervenciones militares en general, y a que sean en territorios conflictivos y con «yanquis» de por medio en particular) para que no le pongan el grito en el cielo. Que cada aumento de tropas fuera ha supuesto un par de puntos menos de popularidad, sobre todo si iban a ese país en concreto (porque cuando se mandaron las fragatas a Somalia la gente aplaudió hasta con las orejas, una cosa es pelear por temas que les son ajenos y otra, por lo visto, liarse a tiro con piratas para permitir que en un mar sin ley pesquen barcos con bandera española y tripulación… de todos lados).
Ahora, la pregunta para los puntos extras es: ¿Cumplirá Rodríguez Zapatero con pedir autorización en el Congreso para mandar más tropas a Afganistán? En principio debería hacerlo, pero se puede escudar en que es una «reestructuración» de la misión y no una misión nueva, y aunque vaya en contra de su promesa electoral, las cosas no pintan bien en un Congreso de los Diputados en que solo cuenta con los votos propios, salvo que cambien mucho las cosas.