Lo mínimo que se le debe pedir a un periodista (a una información tratada de forma periodística) es veracidad, hacer ese esfuerzo para comprobar fuentes y hablar con un mínimo de fundamento, que luego la información es desmentida con otras pruebas o lo que sea, no quita la veracidad conseguida por una diligencia mínima y necesaria para considerar correcta (veraz) la primera información. Ahora, cuando se da información tergiversando y cargándose cualquier principio de búsqueda de la veracidad en la info destinada a ser entregada, cuando se afirma tajantemente algunas cuestiones se debe, por lo menos, se debe tener la certeza de que dicha situación existe, o que el periodista hizo todo lo posible para saber que su afirmación es veraz… que luego no lo sea es otro tema, pero esa diligencia es necesaria.
Así que pongo por delante algo: No he visto Clandestinos (la película de Antonio Hens, estrenada hace ya un mes, pero que hace unos días recién saltó la liebre). Más aún, antes no hablé del tema porque no he visto la película de marras y los ataques que recibía la película sonaban a la cantaleta rancia de siempre, de ese sector de la política española que considera el insulto facilón y la homofobia como estandartes nacionales de Una Grande y Libre.
¿Y por qué voy a comentar algo de esa película si no la he visto? Porque voy a echar pestes por los que han criticado fortísimamente la película sin verla, asegurando que aparece, en el filme, escenas que tan sólo existen en sus mentes perversas y criticonas, dando por ciertas cosas que no lo son, y demostrando que de periodistas tienen lo que yo de experto termonuclear. Lo peor es que esos, sobre los que echaré pestes (las estoy echando), normalmente se alzan como defensores de la dignidad periodísticas o grandes editores de medios que se dedican al periodismo de investigación y reclaman, aún hoy, saber la verdad. ¿Qué diablos les importa la verdad si son incapaces de ver una película para asegurar que tal o cual escena aparece? Y miren que esa realidad es fácil de comprobarla.
El problema, para ponernos en circunstancia, viene de una imagen publicarla en la revista Zero (de contenido homosexual, siempre muy atacada por la prensa más derechista, es considerada como la punta de lanza del «lobby gay» que, según algunos de esos periodistas, quieren acabar con España, matar a las familias -destruirlas realmente- y comerse niños crudos o algo así, vamos, que son lo peor de lo peor) en un reportaje sobre Clandestinos (la película de la que estamos hablando), en esta imagen se ve a un etarra desnudo apuntando con su pistola a la cabeza de un guardia civil que, según la pose y demás, le está haciendo una felación.
Y claro, esta imagen, mes después del estreno de la película, salta en los medios más extremistas de la derecha (yo me enteré de todo esto en Libertad Digital, cuando publicaron una nota de prensa de la productora de Clandestinos), que si era un gran insulto a la guardia civil, si en la película hacían apología del terrorismo, que si el lobby gay se había puesto a favor de ETA, que si Fulano fuma, que si tal y pascual. Que se armó la de Dios. Y claro, todo sazonado con insultos al PSOE (dos gobiernos autonómicos del PSOE financiaron, por lo visto, una pequeña parte de la película) y un montón más de insultos y demás. Mientras tanto, desde Zero se habla de tergiversación de todo el asunto y desde Clandestino se asegura dos cosas que me parecen importantes: La imagen ni es el cartel de la película (como se había asegurado) ni hay ningún fotograma o escena como esa imagen (en realidad, por lo visto, la imagen estaba dentro del dosier de prensa, junto con otras tantas), y que toda la película va de una caricaturización del radicalismo nacionalista (manifestado en toda una relación homosexual entre un miembro de la benemérita y otro de ETA). En fin, pueden leer un buen resumen del caso y los hitos de los dimes y diretes en SOITU.ES (también pueden ver la imagen, que para ser tan ofensiva, los medios de la derecha la han reproducido hasta la saciedad, cuando alguien considera que algo es de muy mal gusto y roza el delito -apología del terrorismo dijeron-, no se debe reproducir señores, salvo que se busque el amarillismo morboso, o sea, el mal periodismo), también pueden leer «Cómo se fabrica un bulo (y se mantiene hasta el final)» en el medio mencionado.
Fuera de errores de otros medios o falsas indignaciones para hacer uno más uno igual cinco y meter a todos los homosexuales como terroristas confesos, en Libertad Digital es donde se cometen más atentados a la veracidad, ya que un dizque periodista carga contra la película haciendo referencia a momentos o situaciones que en la película no aparecen; por ejemplo: que hay un trato vejatorio a un guardia civil, desmentido por todos los que han visto la película, contando los servicios jurídicos de la Guardia Civil, que hay guardias civiles buscando chaperos en herriko tabernas, cuando no aparecen herriko tabernas en la película (y menos en esa situación descrita). También hacen referencia a «un momento» en el estreno (¿habrá ido el periodista al estreno?) desmentido tanto por el organizador del evento donde se estrenó la película como por periodistas del cine que también estuvieron visionando la película. Y claro, cuando la boca habla el hígado responde, o algo así, y la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT o brazo armado de la derecha rancia española) respondió pidiendo a gritos que la gente del festival de Cine Lésbico y Gay de Madrid explicara esos «vivas» a ETA (que no se habían producido, pero qué más da, la cosa es hacer ruido).
Pero Libertad Digital ahora es fuente máxima de parte de la prensa española (claro que en realidad, es un círculo, LD se nutre de El Mundo, ambos nutren La COPE, que alimenta, a su vez, a los dos medios antedichos, y así hasta el infinito y más allá), y en El Mundo aprovechan para seguir tirando estiércol en todo este lío, hablan de escenas de sexo explícito (según los que han visto la película y el propio director, estas escenas no existen), pero no importa… Ahí aparece Jiménez Losantos, dueño de LD, para seguir exagerando y mintiendo (¿veracidad? Para qué, si podemos mentir libremente, debe pensar), y ya de paso, asegura que el público homosexual del festival aplaudía cuando en la película se disparaba a bocajarro a guardias civiles (qué importa que esas escenas no existan, si acá la cosa es ensuciar a todo un colectivo al que se odia).
Al poco todos dieron media vuelta, media nomás, ya que se vieron obligados (¡derecho de rectificación al poder!) a colgar repetidos comunicados («puntualizaciones» según algunos de los titulares de LD) tanto de la productora de Clandestinos como por parte de otros afectados (Zero y Fundación Triángulo), a su vez iban (todos) matizando sus posturas, que no corrigiendo (que era lo que debían hacer, reconocer el error y la falta de profesionalidad, pero no, quisieron insistir en algunos puntos que ya estaban, como poco, desbaratados, y total, ya han mentido, y algo queda). Matizando…
En fin, me parece impropio que se haya hablado con tanta ligereza de una película, que se haya mentido tanto, y no se despidiera a quienes metían la pata con tanta profundidad (claro, en algún caso es el dueño del medio), y que se produjera todo esto con el único fin de insultar a todo un colectivo (a dos, se ha hablado o permitido un debate irreal sobre las películas españolas). Termino como comienzo, lo mínimo que debemos pedir a un periodista, a uno de verdad, es veracidad (para poder considerar lo que me da como infomación), luego que enfoque la noticia como quiere, que la mire al trasluz de su ideario (a fin de cuentas, es como analizamos la realidad), pero la veracidad (que no objetividad, son dos cosas totalmente distintas) no puede faltar al dar información, y lo que se ha hecho con esa película (al hablar de escenas que no existieron y de situaciones que no se dieron o pudieron dar) no tiene nombre. Bueno, mal periodismo, pero más que nombre es adjetivo.
Eso sí, quedan completamente desacreditados, hasta que no se retracten y reconozcan el error como Dios manda, como informadores serios, como periodistas, luego que ni se atrevan a criticar a otros por el periodismo que hacen, no tienen derecho, no tienen vergüenza, han iniciado toda una persecución que será difícilmente parada con una fórmula tan simple como visionar la película (o leer algún medios más que los religiosamente estipulados por la Santa Casa).
4 comentarios en «Lo mínimo: Veracidad»