De la XVII cumbre Iberoamericana se puede decir mucho. De lo cual poco es positivo. Y es un tema del que quiero escribir «en serio» (y por eso no he puesto nada como «avance» ni sobre esas «cumbres paralelas», todas ella subregionales o simplemente bilaterales), pero hoy las chiquilladas durante el fin de la Cumbre merecen una entrada breve, lúdica, pero breve. Más o menos sabemos lo que pasó ayer y tal, que Chávez hizo uno de sus típicos discursos donde fallan las formas (no está en su programa de televisión, donde dice lo que quiere y, sobre todo, como quiere, sino en una cumbre, hay que saber distinguir sitios, se puede decir lo mismo con un lenguaje más diplomático), y fallaron cuando se dedicó a repetir lo fascista que es Aznar y lo golpista que son las empresas españolas en Venezuela. Y Rodríguez Zapatero salió en plan «hay que respetar niños, eso no se dice».