Garrido Lecca es el peor ejemplo de alto mando, lo malo es que los personajes como él abundan en el ejecutivo. Corrupto, arrogante, y dispuesto a comprar los medios con dinero público para que hablen bien de sí mismo. Garrido Lecca, ministro de vivienda, se ha dedicado a comprar buenos artículos y portadas a los medios fuji-montesinistas. No es que haya pagado publicidad en esos medios, no. Lo que ha hecho es comprar contenidos de forma descarada, por no decir que, de paso, se paga por el desprestigio de la oposición. Por favor, todos sabemos cómo se mueven los medios, si uno quiere favores no lo hace de forma tan descarada. En fin, para leer toda esta historia, mejor revisen el vídeo/artículo de La Ventana Indiscreta y las entradas de El Útero de Marita y Desde El Tercer Piso (Protegiendo a los Corruptos y Mermelada S.A.).
Es verdaderamente patético ver a Alan García acusar a los medios de comunicación (en concreto, a la fiscalizadora Ventana Indiscreta) de «exceso de celo» y defender que ahí no hay absolutamente nada de nada, que los pagos son normales y que todo está bien. Por supuesto, hay que tener en cuenta quién es Garrido Lecca en el APRA, se le deben «muchos favores», así que hay que apoyarle a capa y espada. Por no decir que al gobierno esos pagos que hacía (¿hace?) el Ministro de Vivienda benefician de forma directa al Gobierno.
Además, Lecca echó la culpa a todos sus subordinados. «Garrido Lecca negó que hubiera alguna intención de atacar a personaje alguno y señaló que el proceso de publicación de dichas notas, si bien fue un error de juicio de los funcionarios responsables, fue totalmente transparente (…) «Esta mañana he dispuesto lo siguiente: número 1, aceptar la renuncia del Director de Comunicaciones del ministerio e iniciar un proceso administrativo a los funcionarios que pudieran tener alguna responsabilidad en torno a esta contratación, así como solicitar al órgano de control interno de la Contraloría de la República que haga una acción no programada para determinar las responsabilidades en este caso», dijo [Garrido Lecca]» en RPP. «Lo bueno pa’ mí, lo malo culpa de los otros» dice el refranero político. Garrido Lecca es el máximo responsable, así que no puede lavarse la cara echando a los «cercanos». Incluso García no perdió el tiempo en acusar a Renato Zevallos, ahora ex director de Imagen Institucional.
Alan García se equivoca al proteger a personajes como Garrido Lecca. Tanto hablar de austeridad y de cumplimiento de la Ley para que, a primeras de cambio, se salte todo eso a la torera si le conviene. Así pues, apoya a Castillo (responsable del nombramiento de un inhabilitado) y a Garrido Lecca (si no por contratar unos servicios turbios dignos del fuji-montesinismo, sí por su falta de control sobre el ministerio que dirige, falta de responsabilidad en el cargo). Pero Alan quiere a sus amigos cerca, a esos que, en todo caso, podrá echar la culpa más adelante, total, no van a quejarse públicamente al haber sido, previamente, defendidos (los favores se pagan con favores). Alan García, nuestro querido presidente, no cree en el Estado de Derecho (como no cree toda la derecha peruana -con la honrosa excepción, tal vez, de AP-, y acá meto a los fujimoristas autoritarios, a los conservadores que mueren por la boquita y al APRA, en teoría socialdemócrata, en la práctica más papista que el papa), para mis amigos todo y para mis enemigos la ley, dice el refranero aprista.
Toda falta de la oposición será considerada digna de los más extensos controles, toda falta del gobierno es un exceso de celo por parte de la oposición, así que habrá que investigar a la oposición, porque quien acusa es porque tiene la culpa de otra cosa, y si no la hay, se inventa (o se sacan a relucir hechos de la vida privada que nada tienen que ver con los casos tratados). Y desde la cúpula del gobierno, desde el mismo presidente, se está promoviendo esta forma de comportamiento.
Si el presidente tuviera un mínimo de dignidad pediría a Garrido Lecca que renuncie al cargo, o en todo caso, que se someta a una cuestión de confianza en el parlamento (al margen del resultado posible de la misma, sólo para lavarse la cara pública y enseñar que el ejecutivo sí quiere cumplir la ley, aunque sólo en apariencia), pero no, el APRA funciona como un club privado mafioso, de favores entre sus altos dignatarios, en donde los primeros que hablarán con Garrido Lecca serán los congresistas del APRA; aunque la decisión de lo que harán los congresistas no lo tomarán ellos, sino el ejecutivo (que apoya al Ministro cuestionado).
Este gobierno va de escándalo en escándalo, mientras se cierra cual grupo de animadoras en defensa de sus miembros y vulneración de la ley. Ese es el cambio responsable de García (ha cambiado la corrupción de los otros gobiernos por su propia corrupción sin problema alguno), ese es el APRA de toda la vida, por encima de la Ley y todo por el poder (y la pasta, claro).