O cómo no confiar en la autonomía municipal e impedir que sean los presupuestos participativos la solución a los alcaldes que se sobrepasen en sus sueldos. Es importante entender que el municipio es el centro más cercano de decisión del ciudadano, en el distrito está su primer ámbito de vida, de actuación, y en el que de forma más inmediata todos se ven afectados por el comportamiento del municipio, normas y actuaciones políticas, en el día a día. Así pues, ante el problema de los alcaldes «abusones» en cuanto a sus sueldos, la solución es la fiscalización pública de los presupuestos (como poco) o, lo ideal, la participación ciudadana en la elaboración del presupuesto municipal. Pero no, Alan García, en vez de intentar que los alcaldes hagan las cosas bien, pone topes simplones a los sueldos, no soluciona nada, no ayuda a la cultura democrática, simplemente pone un parche a una situación de abusos.