Uribe y su gobierno, por supuesto, aseguran la transparencia de los comicios, y se apoya en la OEA y la UE, que vigilarán el proceso electoral, para que no se les escape nada. No hay que olvidar que se sigue investigando un posible fraude en el 2002, en pueblos del norte (donde mandan -o actúan- los paramilitares). Pero ahí queda nomás.
Hay, por lo visto, orden. Un orden algo tenso, todas las calles llenas de militares (según Reuters-Latinoamérica), donde se quiere limpiar la cara de "Colombia violenta" que, tras tantas décadas de conflicto interno, el país suramericano mantiene. Ni un lado ni el otro se verían favorecidos por el "caos", en el 2002 el miedo ante los atentados existía (uno gordo con Bus-Bomba dirigido contra Uribe era una muestra más de una escalada de violencia en dicha época), Uribe debe mostrar el orden al que está conduciendo a Colombia, y los guerrilleros no querrán producir desmanes que den votos a su contrincante político, cuando algo no conviene, no se hace. Entre tanto, los distintos líderes llaman al voto, que la gente vaya a ejercer su derecho, es que Colombia tiene demasiado ausentismo, y cualquier gobierno que salga sin que la mitad de la gente vote queda un poco deslegitimado.
Ouh, parece que el Movimiento Primero Colombia (con el que se presenta Uribe) ganará por más del 53% de los votos en primera vuelta, todo un lujo.