La XL Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada en Lima estos días, ya ha concluido, con la típica declaración de «algo tenemos que aprobar, para que parezca que algo hemos hecho», esta vez se ha centrado en la «carrera armamentística», en la paz y seguridad de la región (¿las qué en dónde?) y demás, en la importancia de destinar más recursos a la lucha contra la pobreza y no tantos a los juguetes de fuego, pero claro, todo con un lenguaje no ya diplomático, sino insustancial mírese por donde se mire. En El Comercio pueden leer una buena nota sobre la conclusión de la AG de la OEA y enlazan la Declaración Final, que recomiendo lean entero, no solo la parte de «Declaración», que es la que a continuación paso a comentar muy por encima.
Esperen, antes de comenzar con el comentario, recuerdo un par de cosas: Sí se gasta demasiado en armas, y sí está habiendo una «escalada» en este gasto, pero no es lo que realmente preocupa a los gobiernos. Algunos como el de Perú se llena la boca pidiendo y «promoviendo» una política «anti-carrera armamentista» a la par que busca desesperadamente comprar «mejores armas» y ponerlas a la «altura» de las del vecino (digamos que en los pliegos de condiciones solicitan armas que puedan vencer a las que tienen nuestros vecinos), si realmente no fueran tan hipócritas, dirían basta y no se sumarían al «gasto por el gasto». También vivimos en países donde los ejércitos no solo se usan en política externa, sino que se utilizan dentro de las fronteras, nuevamente Perú es un buen ejemplo, donde a la criminalización de la protesta social se le ha seguido con normas (incluso paradas por el TC) militarizadoras del conflicto social, esto es, que facilitan la intervención del ejército en situaciones propias para meros «antidisturbios».
Por último, la «preocupación» del militarismo por parte de Estados Unidos es la más clara muestra de hipocresía, el país más militarizado del mundo, el que en más guerras está metido, el que tiene una flota que cubre todo el planeta y un arsenal nuclear que puede acabar con nuestra especie, se muestra «preocupado» por cuatro fragatas de un país sudamericano. Por favor. Al gobierno estadounidense nunca le ha preocupado el armamentismo colombiano, más aun, le da dinero para que compre más armas, siempre y cuando se las compre a empresas estadounidenses, claro. Tampoco hay problemas cuando ellos les venden armas a Chile (y muchas, uno de los países que más gasta en ese rublo), pero en cambio, que España venda fragatas a Venezuela es algo intolerable que supone un peligro para la región. Básicamente a Estados Unidos le preocupa el armamentismo cuando no son sus armas las que se compran o cuando no controla a quien las posee. Hace no demasiado lo comenté en la entrada «¿Es una broma?».
Ahora sí, sobre los puntos de la Declaración de Lima de la OEA:
1. Su compromiso con la paz, la seguridad y la cooperación para hacer frente a las amenazas tradicionales y las nuevas amenazas que afectan a la región.
Quede claro que cada Estado decide cuáles son las amenazas tradicionales y las nuevas amenazas y con quién colabora y cómo. Lo cual es como decir nada.
2. Su compromiso de profundizar la cooperación interamericana para el desarrollo integral y, en ese contexto, fortalecer los mecanismos y acciones de cooperación para enfrentar con urgencia la pobreza extrema, la inequidad y la exclusión social.
No me queda claro cómo van a hacer esto cuando, básicamente, los estados buscan cerrar sus fronteras a las personas y solo abrirlas al capital, donde se pretende la privatización de todo lo existente, y donde el modelo se basa, como mucho, en el puro y duro «chorreo». No sé cómo se puede conseguir eso si tenemos en cuenta que la pobreza extrema (y la relativa), la inequidad y la exclusión social son parte del sistema capitalista que propugnan. Llevamos años leyendo este compromiso y viendo cómo se queda en puras palabras.
3. Su compromiso con el respeto al derecho internacional y su convicción en la solución pacífica de las controversias.
¡Qué bueno sería que fuera cierto! Lo que sí parece claro es que cada vez más, la mayoría de países, recurren a vías pacíficas para resolver sus problemas (el caso del diferendo marítimo entre Perú y Chile es una muestra de ello), pero no es menos cierto que el Derecho Internacional es tan incumplido como desconocido, y que no se va a más porque, por puro cálculo, cualquier respuesta sería peor que la ofensa a la que respondería. Por eso países como Colombia pueden bombardear parte del territorio de países vecinos y acá paz y después gloria. Y no hablemos del cumplimiento del Derecho Internacional por parte de Estados Unidos…
4. La obligación de los Estados Miembros de que, en sus relaciones internacionales, no recurrirán al uso de la fuerza, salvo en casos de legítima defensa, de conformidad con los tratados vigentes o en cumplimiento de dichos tratados.
Lo malo es que, «gracias» a Estados Unidos, la legítima defensa ahora se entiende como «guerra preventiva» también (al menos eso dice EUA), y es algo que decide el propio país.
5. La importancia de continuar promoviendo en el Hemisferio un ambiente propicio para el control de armamentos, la limitación de armas convencionales y la no proliferación de armas de destrucción en masa, que permita que cada Estado Miembro pueda dedicar un mayor número de recursos a su desarrollo económico y social, teniendo en cuenta el cumplimiento de los compromisos internacionales, así como sus legítimas necesidades de defensa y seguridad.
No existe una verdadera política de control de armamentos, no existe una política real de control de armas de destrucción en masa (insisto en Estados Unidos, es parte de la OEA, y no es que a ellos les falten de estas armas precisamente). La otra parte de este punto sí me parece interesante: Se recuerda que sol gastado en armas es sol que no se invierte en desarrollo. Y las cosas no están para ir comprando los últimos tanques del mercado chino… ¿O sí?
6. Su compromiso de que la Organización de los Estados Americanos continúe contribuyendo a la superación de situaciones de tensión y a la solución de crisis, con pleno respeto a la soberanía de los Estados y a los principios de la Carta de la OEA; y asimismo, continuar apoyando los esfuerzos, acuerdos y mecanismos bilaterales, subregionales, regionales e internacionales para prevenir conflictos y solucionar pacíficamente las controversias.
En la última gran crisis, tensión internacional y con elementos internos, la OEA se mostró nuevamente incapaz de solucionar nada (Honduras). Y en todas las anteriores tampoco. Eso de «continúe» realmente sobra. En todo caso, bueno sería que así fuera.
7. Su compromiso de continuar implementando medidas de fomento de la confianza y la seguridad identificadas en las declaraciones de Santiago, San Salvador y el Consenso de Miami.
Aquí algunas fechas o datos extras no vendrían mal. Si no me equivoco, la Declaración de Santiago a la que hacen referencia es la de 1995, la de San Salvador es la de 1998 y el Consenso de Miami es el de 2003 (DOC)… No es que se haya avanzado mucho en estos 15 años (desde las primeras medidas, las que hace referencia la Declaración de Santiago), seguramente si se hubiese aplicado algo de lo ahí expuesto, la Declaración de Lima ni siquiera hubiese tenido que mencionar el tema de «paz y seguridad».
8. Su firme compromiso de promover la transparencia en la adquisición de armamentos, atendiendo las resoluciones pertinentes de la ONU y la OEA sobre la materia e invitar a los Estados que aún no lo hayan hecho, a que consideren suscribir o ratificar, según sea el caso, la Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones de Armas Convencionales (CITAAC).
«Transparencia en la adquisición de armamentos»… No se rían por favor. Quiero una lista de todas las armas estratégicas adquiridas por todos los gobiernos y de la localización del arsenal nuclear de Estados Unidos… ah no, que eso es secreto de Estado para cualquier país que se precie. Claro que si lo limitamos a las «armas convencionales» y agregamos el detalle de los secretos de Estado, este punto (lamentablemente) es tan inútil como el ombligo de Adán.
Aun así, el CITAAC es un buen tratado que tiene un gran problema: Muchos de los países más importantes en este ámbito no lo han ratificado, a saber: Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Dominica, Estados Unidos, Haití, Honduras, México.
9. Su invitación a los Estados Miembros que aún no lo hayan hecho, a que den pronta consideración a la ratificación o adhesión, según sea el caso, de la Convención Interamericana contra la Fabricación y el Trafico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y Otros Materiales Relacionados (CIFTA).
El CIFTA también es un buen tratado, como el anterior, pero le pasa lo mismo, hay importantísimos países que no lo han ratificado, así que hay que pedir a los siguientes Estados que lo ratifiquen de una vez, que sin su firma la Paz y Seguridad es imposible (sobre todo uno de ellos, que se muestra tan «preocupado» por el armamentismo de la región): Canadá, Estados Unidos, Jamaica y San Vicentes y las Granadinas.
Y para ambos casos, no es lo mismo tener un tratado ratificado que cumplirlo, y estos dos tratados, lamentablemente, no son demasiado cumplidos que digamos. Tampoco son textos útiles si el país con más armas y mayor tráfico y uso de las mismas en toda la región (y el mundo) no ha firmado ninguno de los textos.
10. La importancia de que se continúe avanzando en los esfuerzos bilaterales, subregionales y regionales tendientes a la cooperación en materia de seguridad y a la implementación de los convenios, declaraciones y entendimientos que se han adoptado en el curso de los años en temas de paz, estabilidad, confianza y seguridad.
Estos esfuerzos no han sido muy positivos, y parecen más dirigidos a crear polos de respuesta militar antes que cooperación para evitarla, la verdad…
11. Su compromiso de fortalecer la cooperación para prevenir y enfrentar de manera integral y con pleno respeto al Derecho Internacional y al Derecho Internacional de los Derechos Humanos, las amenazas que afectan la seguridad de sus pueblos, incluyendo la pobreza extrema, la exclusión social, los efectos de los desastres naturales, la delincuencia organizada transnacional, el tráfico ilícito de armas, el problema mundial de las drogas, la trata de personas, el tráfico ilícito de migrantes, el lavado de dinero, la corrupción, el terrorismo, el secuestro, las pandillas delictivas y los delitos cibernéticos.
Eso de «con pleno respeto al Derecho Internacional al Derecho Internacional de los Derechos Humanos» no casa, para nada, con la práctica actual de políticas como la antiterrorista (en casi cualquier país del continente, desde Canadá hasta Chile, pasando por Venezuela, Perú, Colombia o México).
12. Su compromiso de continuar fomentando una cultura de paz y promoviendo la educación para la paz en los países de la región, reafirmando nuestra meta de seguir destinando mayores recursos al bienestar de nuestros pueblos.
En ninguno (pero ninguno) de nuestros países se fomenta una cultura de paz de ningún tipo. Bueno sería que así se hiciera, pero realmente se fomenta una política, tras la fachada del «patriotismo», de un «o ellos o nosotros», de «buenos y malos» y de justificación constante del uso de la fuerza (la violencia finalmente), por ello todos los países están en escalada en cuanto al uso de la fuerza (interna y externa), el aumento de la represión interna y la justificación de la eliminación de los derechos de «el otro».
En fin… Al menos espero que se lo hayan pasado bien en Lima.
En la página que vinculas de El Comercio, hay un comentario que -a mi entender- resume todos los análisis y comentarios habidos y por haber, dice:
Chile pedía transparencia y que lo dejaran en paz y lo logró. Perú pedía que se dijera que había que limitar el armamento y destinar el dinero a la lucha contra la pobreza y también lo logró. Muy lindo todos contentos Moros y Cristianos por igual. ¿Pero que se logró en realidad? Absolutamente nada.”
Unas obvias pequeñas precisiones:
Chile no quiere en realidad transparencia, quizás lo pida pero no la quiere; y no es que Perú pedía… si no el demagogo que supuestamente nos representa (“Perú pedía que se dijera que había que limitar…” O sea ni siquiera pedía que se limitara, ni menos plantear mecanismos y medidas concretas y vinculantes para asegurar tal limitación. O sea purita demagogia)