Apuntes sobre la crisis (I)

No deja de ser interesante, para todos, economistas, analistas, politólogos y opinólogos de todos los tipos y tipologías (como su servidor), esta crisis financiera – económica y la reacción de los gobiernos, sobre todo de los países con administraciones más bien a la derecha del espectro político que llevan años denunciando cualquier intervención por parte del Estado.

¿Crisis? ¿Qué crisis?

Hay que situarnos bien, esta gran crisis mundial, que llena los diarios con titulares apocalípticos, tiene su origen en una excesiva especulación, con controles laxos en cuanto a las idas y vueltas fiscales y financieras, sumado a malas prácticas de todos los agentes implicados, la falta de información y transparencia en los préstamos y demás juego bancario, y las burbujas generadas entorno a todo ese proceso especulativo, el más claro ejemplo es el mercado inmobiliario, burbuja entre las burbujas, que además arrastra consigo un amplio espectro de sectores productivos y de servicios.

A ello hay que sumarle dos agentes más, que han influido decididamente en que todo explote de forma abrupta: Mucho tiempo con un precio del dinero bajo que permitió abusar de esta condición a demasiada gente, con el consiguiente varapalo cuando el dinero aumento considerablemente de precio y una inflación alta ocasionada, en gran medida, por el desmedido aumento del precio de los carburantes (que se ha limitado con la crisis) y de los alimentos básicos (otra vez nos encontramos con una especulación brutal).

Como toda crisis económica, quien paga los platos rotos de la alta burguesía, de las malas prácticas bursátiles y financieras en general, son los trabajadores, son los primeros en ver amenazados sus puestos, en sufrir la caída de la productividad, de quedarse, en pocas palabras, sin empleo o con uno amenazado y precarizado. Son las rentas bajas las que más sufren la inflación sumada a la falta de trabajo y limitación de los préstamos.

Pero aun así, hablamos de una crisis concreta, no es ni la más grave ni, mucho menos, la más peligrosa para el ser humano. No voy a quitarle importancia, pero si jerarquizamos las crisis de escala internacional que actualmente vivimos en el planeta nos encontraremos con muchas que superan en números rojos a la actual “nueva gran depresión”, sin ir más lejos, tenemos una crisis alimenticia (solucionable, según FAO, con unos 30 mil millones de dólares bien invertidos), tenemos una crisis de agua bastante grave (¡cuántos muertos al año por no tener agua potable!), tenemos una crisis sanitarias, donde siguen muriendo tantísimas personas por enfermedades para las que ya existe cura y que, incluso, se consideran extintas en los países ricos, tenemos guerras civiles, internacionales y otros conflictos que siguen matando miles de personas, tenemos una crisis real, palpable, que obliga a cientos de miles de personas a buscarse la vida lejos de su casa, arriesgando su vida para ir a un mundo mejor, que queda al norte…

Planteo una falsa disyuntiva, nos podemos preocupar de todas las crisis, las coyunturales y las estructurales, a la vez, no debemos plantear un “uno por uno”, en tanto que todas están de una forma u otra interrelaciopnadas, vinculadas y estructuradas, a fin de cuentas, en el mismo mundo y desarrollo social.

Pero no soy el único que plantea la falsa separación radical, o mejor dicho, la exclusividad de atender a unas crisis y no a otras, son ellos los que lo hacen, los que ahora solo ven esta crisis económica, han hecho que sea la única en los medios, la única que importe, la única que se lleva ayudas públicas a niveles nunca vistos (literalmente), la única de la que los políticos, tan arrodillados a los bancos que hasta patético resulta, quieren dar salida. Y se nota, se nota de verdad en su actuar, en lo rápido que están reaccionando, en cómo se ciscan en sus propias normas de competencia y cómo aparcan sus principios. Y no lo hacen por todos, porque todos nunca hemos importado, aunque la intervención (el tener que intervenir, no las intervenciones en concreto) sea sensata dentro del sistema estructuralmente insensato.

Hablamos, entonces, de esa crisis, la que preocupa a banqueros y políticos, y la que nos destruye al resto, la que, una vez que pase, dejará más brecha entre ricos y pobres, donde los pobres seguirán siéndolo, y los ricos se habrán reordenado, pero ahí se mantendrán. Eso sí, ha quedado patente para qué sirve el Estado, de esa crisis hablamos…

3 comentarios en «Apuntes sobre la crisis (I)»

  1. Has dado en el clavo. El tema de los medios es claro, se preocupan de esta crisis y no de las otras, porque mientras las otras (estas que bien enumeras) les dan de comer (¿qué sería de los medios sin las guerras, sin los conflictos, sin miseria que trasmitir por TV, net o lo que tercie?), esta crisis financiera toca sus intereses de lleno. Saludos y a aguantar, que todo tiempo pasado no fue mejor, pero todo tiempo futuro si puede serlo.

  2. Error: quienes pagan los platos rotos son justamente esa «alta burguesia» que hubieron aprovechado el crecimientos de las burbujas inmobiliaria-financiera y petrolera. Esto es más patente aqui en el Perú donde la euforia por el crecimiento ha propiciado que este sector invierta arriesgadamente. Echale una mirada a la Bolsa de Valores de Lima: de ser la más «bullish» es actualmente una de las más perdedoras del mundo. Quienes estan ahora que se comen las uñas a punto de pegarse un tiro en el Perú son los medianos inversionistas. Los grandes tienen margen de acción y los pequeños han ido liquidando sus posiciones cuando las papas empezaron a quemar a inicios de año: fueron practicamente los primeros en salir.

    El problema es que el consumo de esa «alta burguesia» y sus actividades económicas son fuente de generación de empleo. Por tanto la contracción en ese sector irremediablemente afectará al resto de la cadena. No se engañen con perjuicios «directos» que es por la via indirecta que nos vamos a tener que abrochar.

  3. Salud

    Completamente de acuerdo D. Rubén.

    D. Guille, no se equivoque, «ganar más» a «no ganar tanto» no es lo mismo a «quedarse sin empleo ni objetos de valor». Los que se quedan sin empleo y pertenecen a las clases bajas son los que más sufren toda la crisis, ya sea por la falta de inversión de la alta burguesía (porque tocada anda, pero más viva que muerta)

    Además, las medidas intervencionistas, según cómo se ha planteado, termina retrayendo riqueza del reparto por parte del Estado esperando que haya retorno desde las grandes empresas ayudadas (mientras, eso sí, todavía no se toman medidas de recortes de sueldos a directivos y salvo casos puntuales, no se les está pidiendo responsabilidades).

    La alta burguesía, como clase, no es tocada, puede ser «depurada», en el más puro estilo admitido por las doctrinas liberales, se eliminará así a los empresarios que no supieron diversificarse, que apostaron todo a una burbuja. Lo de siempre, dejar de ganar, cuando se tiene mucho, no es perder. Perder el trabajo (dejar de ganar) cuando no se tiene nada (y además saber que tus impuestos van para «reactivar la economía» de «forma indirecta»), la crisis duele más. Y no es lo mismo salir por la puerta de atrás de un Banco intervenido por el Estado con una indemnización de 45 millones que quedarte sin empleo con una de 3 o 4 mil dólares.

    ¿Hasta ahora cuantos empresarios de los que menciona se han quedado SIN NADA? ¿Cuantos trabajadores se han quedado así?

    (Además, todo empresario con dos dedos de frente tiene suficientes capitales en paraísos fiscales como para no tener que pedir limosnas en los semáforos en rojo, y eso se ve mucho en Perú, donde hay despachos de abogado con personal especializado en mandar capitales a Panamá. Yaya, no todos, claro.)

    No me extiendo más, porque vienen otras entradas. De todas formas, gracias por el comentario, es bueno tener una opinión divergente por este barrio ;).

    Hasta luego.

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