A veces se nos olvida que todo lo que somos es un proceso, y en el mismo el aprendizaje (en todas sus facetas) es indispensable. Los «nativos digitales», esos menores (o ya no tan menores) que han vivido más o menos rodeados de tecnología, que casi no entienden la vida sin pantallas acá y allá y ya tienen cuenta en todas las «redes sociales» habidas y por haber, y que les presumimos, los mayores a los que nos costó aprender cómo movernos, que ya están de vuelta de todo, necesitan, claro que necesitan, formación. Además, el saber cómo usar algo no significa que se sepa cómo funciona. Todos sabemos «usar» (en el sentido de «usuario») un avión, un televisor y una radio, pero, ¿realmente sabemos cómo funciona? Además del «cómo funciona» desde el punto de vista técnico hay que aprender, también, el cómo funciona desde el punto de vista económico, político y, claro, los riesgos y beneficios que el sistema tiene, no ser un mero «usuario» pasivo, también los derechos y obligaciones que supone un uso de, bueno, ese mundo digital, y la relación con terceros.