Hay determinados temas que me generan sentimientos encontrados, uno de ellos, al menos en apariencia, es el concerniente al Cuerpo de Bomberos Voluntarios del Perú (CBVP). No deberían existir. Lo digo desde el corazón, los bomberos voluntarios no deberían existir, no como la única fuerza de bomberos (si eso, como apoyo a los bomberos profesionales). La labor de los Bomberos Voluntarios es totalmente encomiable, digna de admiración y aplauso, pero debería, por riesgo y para mejorar el servicio, ser un cuerpo profesional y profesionalizado, el que sean voluntarios habla muy mal de cómo se realizan los Servicios Públicos en Perú (además de que en Perú los bomberos hacen labores que no son propias de su profesión, como las urgencias médicas, lo que es cargar más de trabajo a quienes lo hacen simplemente por ayudar), máxime si tenemos en cuenta que si bien los bomberos son voluntarios, la mayoría del resto del personal son trabajadores (muchos bajo la horrorosa modalidad CAS, pero al menos son ocupaciones remuneradas). Y sé que a ellos les enorgullece saberse voluntarios, que lo ven como un valor fundamental del cuerpo. Es una contradicción, pido su profesionalización (aunque ellos no la soliciten), pero a la par me llena de orgullo saber que hay gente que dedica tanto esfuerzo (y pone en riesgo su vida) para que todos los peruanos disfrutemos de unos bomberos que hacen un trabajo más que digno. Admiro, y bastante, a los conocidos que tengo en el cuerpo, y se me hincha el pecho de puro orgullo recordando que mi abuelo fue Brigadier General del Cuerpo de Bomberos del Perú y que sirvió a la Bomba desde antes de cumplir los 19 años hasta que falleció ya con 84 (¡como si tuviera algún mérito ser nieto de quien soy!).