Uno de los problemas obvios del sistema de contratación actualmente vigente en el Perú para los docentes de centros escolares públicos es, por un lado, el inútil tema del tercio superior y por otro, la cercanía de la fecha en que se tomaron los exámenes (el pasado domingo, 15 de Febrero) con respecto al inicio de clases (el primer día hábil de marzo), a ello hay que sumarle un problema ya crónico con respecto al inicio de clases en el Perú profundo, ese que no es urbano, sino rural, ese que concentra el mayor porcentaje de extrema pobreza y que poco a poco sigue hundiéndose mientras el resto del país «avanza», por el tardío inicio de clases se pierden más de 400 horas lectivas.
Petruska Barea, directora ejecutiva de Foro Educativo, declaró:
«Las zonas rurales son las que reciben a los docentes al último momento, y en situaciones extremas, estamos hablando de junio y julio (…) Esta es una situación que se repite año a año y no aprendemos (…) Estamos hablando de más o menos 400 horas que no se recuperan, pues el MINEDU norma el inicio y fines de año vía decreto nacional, que debe ser atendido por todas las regiones (…) No puede ser que recién, todos los años, seguimos repitiendo que recién en febrero se inicie el proceso de contratación. Hay muchas regiones que comenzaron el tema en diciembre, pero hay trabas normativas, nudos que no se destraban.»
En las zonas más céntricas (menos marginadas, si se quiere) de los núcleos urbanos de mayor tamaño la mayoría de problemas registrados en el informe del Foro Educativo no se dan, o, si se dieran, su solución sería más rápida o al menos la mayor oferta educativa permitiría el acceso a las escuelas, cosa que no pasa en las zonas rurales más pobres.
El documento «Niños y Niñas de zonas rurales más pobres del país podrían iniciar clases recién en Junio» (PDF) alerta, justamente, sobre la inminente repetición de un problema que ya tuvimos el año pasado, y que en vez de corregirse o al menos intentar paliarlo un poco, se continúa igual, mostrando ciertamente una despreocupación por la equidad en el acceso a la educación de los menores (y máxime ahora, que Alan García se está apuntando el tanto de la alfabetización de mayores, aunque haga comentarios desafortunados sobre la pronta muerte de algunos de los nuevos lectores del país).
Se suele indicar, además, que los docentes que van a los centros educativos en zonas más deprimidas son, por lo general, los que no han podido elegir otro destino, esto es, entre los 40 mil contratados, los peores de ellos, esto en gran medida se debe a la falta de incentivos junto con una vocación escasa y las incomodidades manifiestas para los docentes que deseen asistir a esos centros, la falta de infraestructura de los mismos y, por último y de forma clara, de recursos en general (y estos dos últimos puntos sí que son de competencia directa de las autoridades educativas.
Poco más puedo añadir al documento enlazado, rescato, para terminar, unas palabras de Rosa María Mujica, integrante del Comité Directivo Instituto Peruano de Educación en Derechos Humanos y la Paz (IPEDEHP):
«Queda la impresión que hay escuelas, o niños y niñas, que importan más que otros: aquellos que si tienen derecho a tener, al menos, 1200 horas de clase efectivas al año si están en la escuela secundaria y 1,100 horas si están en primaria, mientras que otros y otras se deben contentar con la mitad, o menos de la mitad, y no pasa nada.¿Por qué se siguen tomando medidas aisladas, descoordinados e incoherentes y no se asume, al fin, el Proyecto Educativo Nacional como instrumento para lograr los cambios verdaderos que la educación peruana necesita?, ¿es que no hay conciencia de la crisis por la que atraviesa la educación?»
Claro que hay conciencia, lo que no hay es ganas de hacer las cosas bien, de, siquiera, plantear soluciones al problema.