El Senado, actualmente con una mínima mayoría del partido Demócrata gracias a dos «independientes», aprobó una partida de 161 mil 800 millones de dólares de nuevos fondos para las guerras de Iraq y Afganistán para el próximo año, sin ningún tipo de programa de repliegue, por supuesto. Ya la cámara baja, con mayoría demócrata, había aprobado este proyecto. Esto es, unos 36 mil millones más que el PIB peruano estimado para este año según el FMI.
Aunque es cierto que la política inicial de la nueva mayoría demócrata obtenida tras las últimas elecciones intentaba condicionar los fondos para la guerra a un cronograma de salida, no es menos cierto que, al final, han aceptado la decisión de Bush de establecer cualquier programa de retirada o repliegue del desaguisado asiático. Al final vemos cómo 92 senadores (esto es, casi todos los demócratas incluidos) han votado a favor de dar dinero a fondo perdido a unas guerras, como poco, cuestionables. ¿En qué se queda todo el discurso de los demócratas? En atrapavotos, como siempre.
La guerra d Iraq, además de ilegítima y desproporcionada, llena de abusos de poder, mírese por donde se mire, es obscenamente cara, ya va por los ochocientos millardos de dólares, ni más ni menos. Lo increíble es que los demócratas dejen pasar el tiempo con este debate porque, creen, les beneficiará en campaña decir «vamos a sacar las tropas de Iraq», para luego, por supuesto, no hacerlo.
Ahora tenían el poder para bloquear al gobierno y exigir, por lo menos, un esbozo de plan de salida, y cuanto menos, para el caso de Iraq (donde todo fue mentira). Pero han ido por la vía electoralista y han decidido dejar el tema para las presidenciales. Sin importarles que en las legislativas prometieron no dar fondos para una guerra que ya se sabía ilegal.
Es cierto, el acuerdo para no fastidiar con lo de Iraq fue para aumentar presupuesto en educación y sanidad, pero eso deja patente que las vidas de los iraquíes les importan tres pimientos, y que acá lo que vale es ganar el poder en las próximas elecciones, y a falta de proyecto «de verdad» (Obama no lo tiene, y cada vez matiza más sus palabras, sus promesas, su «cambio», para que al final todo cambie para que nada cambie).
Al menos no habrá «bases permanentes nuevas» en Iraq. Al menos no formalmente. En fin, los señores de la guerra hoy están de fiesta.