Cuando Don Ernesto me pasó el meme de «las ocho cosas que no saben de mí» lo primero que pensé es «¿Qué cosas mis lectores -por pocos que sean- no saben de mí y les podría interesar?». Poco de mi vida cuento en estas páginas, pero es que no interesa demasiado (no he tenido grandes traumas ni nada de eso, no es tan interesante como para que valga la pena contarla). Básicamente lo que pienso está ya medio escrito, y mis aficiones bastante bien reflejadas en este lugar y la «Página Madre«. Así que el reto propuesto en el meme, aunque parezca tonto, me resulta grande (entre otras cosas, porque muchos de mis lectores son amigos, ¿Qué no saben ellos y que pueda interesar a todos?).
Primero, sigamos las reglas y copiemos las mismas, necesarias para que esto «furule» (me he tomado la libertad de cambiar «blog» por «bitácora» y «post» por «artículo» y corregí alguna falta ortográfica):
- Cada jugador comienza con un listado de 8 cosas.
- Tienen que escribir esas 8 cosas en su bitácora junto con las reglas del juego.
- Tienen que seleccionar a 8 personas más para invitar a jugar y anotar sus nombres o el nombre de su bitácora.
- No olviden dejar un comentario en sus bitácoras respectivos de que han sido invitados a jugar, refiriendo al artículo de tu bitácora.
Una vez puesto esto, creo que debo pasar a «las cosas que no sabes de mí, y por algún motivo, creo que te pueden interesar al menos como curiosidad para que cuando me veas por la calle me señales y te rías, o algo así»:
- Durante muchos años casi no escuché ninguna canción por voluntad propia, esto es, realmente no me gustaba ninguna, de nadie. O no lo suficiente para reproducirla en la soledad de mi cabeza (como poco) o en el radiocasete de turno. Más aún, es muy rara la vez en que pongo música por mi cuenta, o escucho algo por iniciativa propia (aunque al menos ya tengo discos con música, y ese tipo de cosas). Y esto sumado a mi pésimo oído (no distingo dos notas aunque sean antagónicas) y mi falta de memoria (o memoria «extremadamente selectiva», si se prefiere), puedo afirmar que no me sé ninguna canción entera (no, ni «cumpleaños feliz», ni el himno nacional, ni nada de nada).
- Soy un completo ignorante con respecto a la poesía. Me supera por completo, y reconozco mi incapacidad para que los poemas «me lleguen» a alguna parte, supongo que no los entiendo o soy un insensible (o las dos cosas, que es gratis tenerlo todo en cuanto a los defectos). Creo que esto lo podemos conectar con lo anterior y por eso nunca he apreciado las canciones. Creo que el único poema que siempre me ha gustado es «Poderoso Caballero es Don Dinero», de Quevedo (más aún, el único libro de poesía –mío de mí– que tengo lo adquirí hace no mucho en una tienda de antigüedades y es una antología de Quevedo, qué grande fue, qué «cachondeo» mental tenía)y en los últimos años (digamos, un decenio) alguna de Machado salvaría.
- Jomra es un acrónimo de mi nombre (esto lo sabe mucha gente, sobre todos los que han saben mi nombre), que durante mucho tiempo escribí «JoMRA», pero no me gusta que tenga tantas mayúsculas. Nación, realmente, de la «firma corta» que usaba en mis dibujos (de «jmra» a «jomra» hay un paso corto, la «o» es, obviamente, para poder pronunciar el palabro resultante de mis iniciales y que sea realmente un acrónimo). Uso dicho apodo en Internet «desde siempre«, o sea, desde que tuve que introducir por primera vez un nick en el primer chat en que entré. Lo cual me ha valido innumerables «encontronazos» con gente que piensa que soy mujer (por la «a» final en el nombre, supongo) y, claro, luego me acusan de «confundirles aposta«. Mi firma es demasiado larga, así que no son pocas las veces en que firmo (en correos u otros sitios) como «jomra» (y el mismo garabato que uso cuando firmo con todo mi nombre). Mi nombre, para el que no lo sepa, es José María Rodríguez Arias (varios artículos que publico acá bajo «jomra» los pongo en De Igual a Igual bajo mi nombre «real»).
- Creo que nunca he pertenecido a una asociación del tipo que sea (al menos desde que soy mayor de edad y yo tenía que apuntarme). Me refiero a pertenencia orgánica. he estado vinculado de distintas formas a muchas, tanto académicas como «de otros tipos», pero nunca he llegado a «afiliarme» a nada. Ni siquiera estoy sindicado, aunque suelo recomendar a la gente que se sindique, yo nunca he pertenecido a las filas de un sindicato, y no por falta de voluntad, es más bien por flogera extrema, incluso el impreso lo tengo rellenado, me falta llevarlo a la sede del sindicato y pagar mi cuota (que, además, quiero que lo pague directamente mi empresario, descontándolo de mi salario, es una forma de recordarles que los sindicatos reivindicativos siguen existiendo y que tienen más fuerza de lo que ellos creen).
- Nunca he ejercido la abogacía, no estoy colegiado todavía (ni ganas que tengo de pagar al colegio charro), ni me gusta ese aspecto de mi carrera (por cierto, tampoco he recogido mi título de licenciado, se debe estar pudriendo en los almacenes de la USAL, si es que ya llegó), creo que la única rama del derecho que me gusta (en cuanto al ejercicio) es Laboral, y por supuesto, no para las empresas. Hice un pequeño (corto, tres o cuatro meses, cuando estaba en quinto) seminario-prácticas en Comisiones Obreras (CC.OO.), realmente entretenido, eso sí. Por eso creo que la toga sólo me la pondría para trabajar para algún sindicato. No rechazo frontalmente el dedicarme al ejercicio de la abogacía ya que nunca digo «de este agua no beberé», porque entre otras cosas no sé la sed que luego tendré. En realidad, cuando me preguntan sobre mi profesión, nunca digo «abogado», siempre digo «licenciado en Derecho» o «jurista» (es que me gusta la palabra), aunque cuando suelo decir eso (tanto jurista como licenciado) me responden, sin dudarlo, «ah, abogado»… La carrera me encanta, pero no todos los de Derecho seguimos la senda de las leyes para vivir en los tribunales.
- Una de las pocas actrices que he seguido «por ella» su carrera y filmografía, y tal vez la única que reconozca sin gran dificultad entre «película y película» y sé su nombre y apellido (acá entra en juego mi mala memoria unida a mi incapacidad para relacionar nombres con caras, y que una persona que se cambie de peinado se vuelve, a mis ojos, una «nueva persona» por completo y ya no la reconozca -cosa que me pasa muchas veces en la «vida diaria»-), es Christina Ricci (incluso, puedo escribir su nombre bien :P).
- Me encantaría saber más idiomas de los que sé (cuya lista sólo contiene un idioma, que es el que en este momento estoy escribiendo), tengo una lista larga de idiomas que deseo aprender, y que lo he intentado como autodidacta o en academias, pero al poco se me olvida lo poco que aprendo, y mi mal oído (si al final todo gira entorno a la música de las narices) me impide pronunciar medianamente bien cualquier palabra que no esté en peruano castellano (porque tras siete años en España -o una vida viviendo con un español- sigo sin distinguir la zeta de la ese). Como autodidacta he intentado acercarme al japonés, al quechua y al esperanto, en academia he intentado el inglés y el alemán, y me encantaría conocer el mandarían, coreano, klingon (han leído bien), ruso y latín. El griego me llama, pero el antiguo… Al mandarín me acerqué gracias a un intercambio de idiomas con un buen amigo (yo le enseñaba castellano jurídico y el chino mandarín) y al coreano por otro amigo (al menos aprendí a «leer» su alfabeto, y muchas de las reglas de su uso, y las básicas de su gramática, pero el vocabulario se me olvidó por completo, y jamás pude pronunciarlo medianamente bien). Los idiomas no son lo mío, y es realmente frustrante.
- No me gustan los celulares. Los que más me conocen saben que es más fácil comunicarse conmigo por correo que por celular. Más aún, realmente lo tengo porque me mudo (mudaba) mucho, y siempre me pedían (universidad, ayuntamiento, trabajos, etc.) un teléfono de contacto, y normalmente los pisos compartidos no tienen fijo (más aún, desde que vivo solo nunca he tenido fijo). Normalmente dejo el celular en casa, no me gusta sacarlo. Tampoco me gusta el uso que actualmente se le da al celular, ni lo atado que mantiene a mucha gente, todos están tan atentos al bicho ese que desespera. A mucha gente le sorprende mi postura con respecto a los celulares, y a lo «incomunicado» que estoy si nos referimos al teléfono, ya que la mayoría de los simples conocidos me tienen (suelen tener) por un friki de las tecnologías, y así es, soy eso, pero cada tecnología tiene sus usos, sus pros y contras, y el celular está sobrevalorado. Y claro, no me gusta hablar (en general) por teléfono. Ouh, el primer celular que tuve me duró harto (aunque de celular tenía poco, era enorme y la batería se gastaba en menos de media hora -en sus últimos tiempos- así que lo tenía como «fijo»), me compré un bicho anticuado en un remate en una tienda de Movistar que me salió a menos que la cantidad de dinero que traía en la tarjeta de prepago… Que no aproveché porque el dinero me caducó (en seis meses que antes duraba). Patético, lo sé.
Y eso es todo.
No, no voy a pasar el meme. ¿Por qué? Porque muchos de los que les pasaría este bicho ya lo han hecho, y otros sé que no lo harán. La lista me quedaría en menos de ocho para darles el bicho este, y para no cumplir parte de la norma, prefiero no cumplirla para nada. Si alguien quiere continuarlo y citarme como origen del meme para su persona, que se sienta en total libertad de hacerlo (convocatoria abierta, que le llaman).
Espero que esos datos les resulten, al menos, esclarecedores en algún sentido (extraño y retorcido).
Morena me dijo dos cosas sobre ti:
3.
7. Que tienes acento español!!!!!
Saludos
Yap, en Perú (las dos veces que he ido desde que vivo en España) no dejaron de recordármelo, aunque acá siempre me dicen que tengo acento de «allá» (o Canario :S). Aunque no son pocas las veces en que me preguntan si soy argentino o mexicano (!!)… Creo que mi acento ahora es «mezcla», ni uno ni otro. Vamos, no tengo acento charro, ni bilbaíno (los dos sitios donde he vivido), pero ya no es «acento limeño» ni de casualidad :P.
Hasta Luego ;)