No hay que «hacer política con este tema». Cámbiese «este tema» por cualquiera de especial magnitud, ya sea verdadera o falsa dicha «magnitud», pero que tenga un fuerte impacto en la «opinión pública». Hay que realizar «grandes pactos de Estado» en que termine primando «los intereses de los ciudadanos» sin que lleguemos a «politizar el asunto». Pactos, grandes, aunar fuerzas, todos remando hacia la misma dirección… Ejem, ¿qué dirección? ¿Cómo hemos llegado a definir esos «intereses de los ciudadanos»? ¿Por qué dicen «hacer política» cuando quieren decir «demagogia» o «politiqueo barato»?
Todos los temas, todos, están sometidos al filtro ideológico, que un gobierno (o la oposición) exijan que de un «tema trascendente» no se haga «política» es excluir del debate público dicho tema, porque ellos, los dirigentes, sí están haciendo política. Por supuesto que hay asuntos en que la política se hace desde, o en los que es más fácil llegar a consenso, pero eso no significa que no se esté haciendo «política», sino que la misma ha llegado a un buen puerto con acuerdos mediante. O sin ellos, pero un puerto reconocido por la mayoría como beneficioso.
Con el tema de la mentadísima hiper pandemia que nos llevará a los años más oscuros de la peste, la Gripe A (aunque tenga un índice de mortalidad, por suerte, inferior a la gripe estacional, tan común que solo sale en las noticias para recordarnos que llega época de vacunas), se nos pide, desde el gobierno del Reino, que no hagamos política, se pide, mejor dicho, a la oposición que no haga escándalos donde ya tienen consensos, o que no se vaya contra las políticas aprobadas o aconsejadas por la UE en todo caso.
Los políticos profesionales saben que su trabajo tiene poco que ver con la Política, con mayúsculas, esa de las ciencias sociales, esa del debate de ideas, esa de dar respuestas prácticas bajo el lente de una ideología acompañada de determinadas metodologías que llevan a presuponer que la respuesta más indiciada y justa, siempre según la ideología determinada, es Equis y no otra. Así que los políticos profesionales, que llevan años ejerciendo de crispadores y demagogos, a partes iguales, llaman política a su politiqueo, acrecentando el mal nombre de la Política, ya que dan a entender que hay temas que mejor no usarlos como armas de politiqueo, a lo que llaman política, siendo la política la única desacreditada por sus treguas pedidas o conseguidas en el empeño de la demagogia y el discurso facilista plagado de mentiras o medias verdades.
Claro que es política el que el gobierno, o los gobiernos, se encarguen a vacunar a toda la gente que puede estar en riesgo, es política porque se asume que el Estado debe velar por la salud de sus ciudadanos, claro que es política que eso se cargue al erario, en vez de que la salud sea un tema de poder adquisitivo individual, claro que es una decisión política el que la vacuna de la mentada Gripe A (H1N1) se venda también por el sistema privado (vendiendo innecesaria seguridad para el que se la pueda pagar) y que se compren nosecuantasmil vacunas extras a las puramente necesarias (política y negocio, claro). Ahora, otra cosa, y es casi saludable, es que la discusión política se asuma como finiquitada cuando ninguno de los grandes partidos cuestiona que sea el Estado quien vele por la salud de sus ciudadanos, al menos en este caso. Aunque es política el que se prefieran los conciertos a los centros propios, eso no se les olvide. Política y negocio, otra vez.
Con otros temas, de variada índole (lucha contra el terrorismo, lucha contra la crisis económica, educación, etc.), piden, los políticos que llevan gobiernos, que el tema no se politice, esto es, que no hablemos de él y dejemos que el gobierno actúe a su buen parecer. ¡Como si no fueran temas políticos! O lo que es peor, piden que todos «sumemos esfuerzos» para «vencer» (o salir adelante, o mejorar), lo mismo muchas veces lo piden los partidos de oposición, como crítica al gobierno, alegando al menos común de los sentidos, el sentido común, que no es otra forma de excluir de su crítica el cariz político para llevarla a que lo ilógico es lo que hace el gobierno mientras que lo racional y razonable es lo que ellos proponen, ¡como si no fuera política! Como si el sentido común significara algo más que la visión que ellos mismos tienen del conjunto.
Esto me recuerda la brutal campaña contra la asignatura de «Educación para la ciudadanía», una de las razones de la misma es que era una asignatura «ideologizada», y lo decían los mismos que han defendido la educación religiosa es los colegios. Claro que es una asignatura «ideologizada», como lo es también «Historia» o «Economía», por poner dos ejemplos obvios, incluso la organización educativa tal cual la tenemos responder a una estructura ideológica concreta, a unas políticas aplicadas más o menos bien estudiadas o improvisadas, según el caso.
Pasa lo mismo con el tema energético, la oposición le pide al gobierno que no lo politice, que haga caso a «los técnicos», y que no realice sus planes de gobierno (porque, por una vez, en ese tema está cumpliendo sus propuestas electorales, a medias, pero cumpliendo), pero partiendo de la base (y es una base también política) en que el gobierno debe garantizar el suministro energético que al menos cubra las necesidades de la población (necesidades que son totalmente subjetivas), el cómo se garantiza ese suministro es y responde a una ideología política, más o menos ecologista, más o menos cortoplacista, más o menos rentable, esto es, el tema es político y en esa arena se debe debatir el alcance tanto de lo ejecutado como de lo no realizado, y las alternativas que existen.
Pero ha calado el discurso de «política» como sinónimo de «politiqueo» y de «ideología» como algo negativo, así se entiende que partidos como el fujimorista ataquen la «política» y se presenten como «prácticos» y no «ideologizados», cuando todas y cada una de las políticas que ejecutaron durante el gobierno del inefable Fujimori y las que aun proponen responden a una ideología más o menos concreta, subyacente, y ello no solo es lógico, sino razonable, no existen soluciones puramente «prácticas», sino soluciones «prácticas» basadas fundamentalmente en el diagnóstico y la respuesta recomendadas por una ideología o concepción Política concreta.
Tampoco entiendo, como decía, ciertos llamados a la unidad de acción, porque suponen en la práctica que uno de los grupos, al menos uno, de los llamados a la unidad abandonen sus concepciones políticas para aparecer en la foto y que parezca que todos reman en la misma dirección, que es un fin político en sí mismo, claro que se encaleta en frases vacías (tanto de contenido como de forma), como que todos estamos en contra de que haya paro (no se explica que el propio concepto de pleno empleo recoge una ideología concreta, o que el trabajo asalariado lo hace también, etcétera).
¡Hagamos Política! ¡Discutamos de Política! Pongamos nuestras ideas y pensamientos sobre la mesa y debatámoslas, desde los propios conceptos que la fundamentan, y según en cada caso el nivel de la discusión o el fundamento de la misma irá por un lado o por otro, y recordemos siempre que una medida concreta puede responder a distintas formas de pensar tanto estratégicas como de fondo que pueden confluir en dicha medida sin ser por ello, la medida, despolitizada o desideologizada (otra vez podemos hablar de las vacunas, se puede defender que el Estado las ponga desde distintas perspectivas, diciendo que el Estado está obligado a velar por la salud, diciendo que a falta de un sector privado que cubra toda la demanda necesaria de vacunas es el Estado quien cubre ese hueco como último recurso, diciendo que el Estado, como mal menor, debe vacunar para que las empresas no pierdan competitividad por una escalada en las bajas laborales, etcétera).
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