
Pablo Quirno, secretario de finanzas argentino, anunció la intervención del ejecutivo de su país, por medio del Tesoro nacional, en el precio del dólar estadounidense. Dentro de la defensa de la dolarización del país y la liberalización previa del sistema intercambiario, tras quitar el dólar regulado, el gobierno de Milei quería demostrar que lo mejor para la economía de la Argentina era el libre mercado… aunque desde el primer momento el Tesoro ha intervenido en el precio del dólar ante la devaluación constante del peso, la moneda de dicho país.
Dentro de los acuerdos con el FMI, está el control del precio, para que no caiga hasta hacer insostenible el valor del peso, aún así, en estos cuatro meses y poco, el dólar ha aumentado más del 33 % del precio (y ya con cierto nivel de intervención), ahora anuncian una grande para parar la devaluación de su propia moneda… frente a un dólar que está en caída internacional.
Así pues, la medida liberalizadora (también acordada) solo funciona dentro de una horquilla (bastante amplia) de precios del dólar, fuera de esta horquilla, el Tesoro actúa para devolverlo al carril.
¿Este es el libre mercado que tanto defienden?
¿La horquilla debe ser tan grande? (debes aumentar más del 54,67 % el precio mínimo para alcanzar el máximo).
En todo caso, ¿por qué la economía argentina, con ese ejemplo macroeconómico que defiende el propio Milei que es su país, no funciona sola? El libre mercado, sin la intervención correctora del Estado en múltiples aspectos, se ha demostrado una y otra vez como ineficiente e ineficaz; no hay, por otro lado, fórmulas mágicas como las ofrecidas por el presidente Milei (como lo de que liberar el mercado cambiario haría que el precio dejara de dispararse y todo fuera bien) no son más que fantasía en la literatura pseudocientífica en la economía donde el ceteris paribus como punto de partida que no resisten a la complejidad de la realidad (entre otras cosas porque obvian los evidentes factores psicosociales que se alejan de todos los encuadres teóricos de tomas de decisiones totalmente racionales en lo económico), así pues, la economía argentina no termina de despegar (y del consumo interno no puede detener tras la motosierra anunciada y ejecutada), los vencimientos de deudas abultadísimos de un país que ha entrado, otra vez, en una dinámica propia de estafa piramidal (pero donde la gente estafada son toda ka contribuyente en su país), siendo un país poco atractivo para la inversión internacional.
Y acá llega parte de esa ruptura entre el discurso y la realidad, entre los deseos de determinadas élites y la calle. En Perú, una de las organizaciones patronales/económicas, se estaban planteando que Milei fuera el invitado de honor a su encuentro internacional, en tanto que aplauden la valentía de sus medidas y el buen curso de la economía argentina, junto con la demostración de que mientras el Estado no intervenga en la economía, todo va bien… ¿cómo verán ahora que el Tesoro argentino vaya a intervenir en el precio del dólar? (Ojo, todos los países intervienen en el mercado cambiario, lo que no hacen es un discurso contra estas intervenciones para luego ejecutarla).
¿Por qué se insiste en que la economía del país sureño va bien cuando no es así? ¿Cómo se comen las contradicciones donde el Estado interviene constantemente en elementos como el derecho a la manifestación o la forma en que fastidia la negociación colectiva (que, aunque sea colectiva, es privada)? Parece que el Estado sí interviene activamente en la represión de todo lo que el propio gobierno considera poco favorable pero debe dejar que las ganancias corran en una sola dirección, unos bolsillos que no son lo de las mayorías sociales (soy consciente de lo demagógica que es esta parte de la presente entrada).
No sé qué es peor, que Milei supiera que sus promesas no servirían de nada y simplemente recurrió a medidas populistas en un determinado sentido para aplicar un plan económico-político acorde con su marco mental que favorece a determinadas personas en detrimento de la mayoría social (con lo que Milei sería, simplemente, un populista hipócrita más, solo que electo como presidente) o que Milei viva en una realidad paralela donde cree que todo lo que él hace es en el sentido correcto pero que falla por una mano negra (donde sería un peligroso y triste fracasado con demasiado ego y una paranoia peligrosa).