Pedro Castillo asumió la presidencia del Perú hace poco más de un año y medio y hoy, 7 de diciembre, ha demostrado no entender nada y se quedó totalmente solo al intentar un autogolpe con ínfulas de momento constituyente. Es cierto que el Congreso (controlado por la oposición) buscaba de forma incansable la vacancia del presidente de la República, este siete se iba a votar por tercera vez (por motivos distintos, pero los motivos poco importaban) y ya había pasado de poco probable de salir adelante a tal vez hasta posible. La vacancia requiere una mayoría que realmente la oposición más dura no tenía (ni tiene). Pero las noticias en contra de Castillo, por temas de corrupción y por sus movimientos políticos para disolver el Congreso hacían cada vez más difícil el papel del presidente que, por otro lado, iba aguantando y hasta remontando en las encuestas (caer más era difícil).