El gobierno de Villanueva al servicio del exvicepresidente y actual presidente Vizcarra superó la cuestión de confianza vinculada con los tres proyectos de reforma constitucional. La negativa de la confianza hubiese significado la caída del gobierno, otra vez, y con ello la posibilidad del cierre del Congreso (por pura reiteración, ya cayó el gobierno de Zavala). El fujimorismo estaba entre la espada y la pared, por un lado, no quieren perder el amplio poder del que disfrutan actualmente (y que no es nada fácil que se repita) y, por otro, no quieren darle ni un respiro a Vizcarra y los suyos (como no se lo dieron al dimitido PPK). Esta difícil posición del partido del expresidente autogolpista se vio reflejada en la ruptura de su tradicional disciplina partidaria.
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