En los sistemas representativos como el español, una cosa son los partidos y otra muy distinta los votantes. En realidad, hay pocas razones por las cuales participar en un partido político; ahora tal vez un poco más cuando los procesos internos se han abierto un poco (al menos un poquito) y ya el militante puede decir algo (antes la pescadilla que se mordía la cola era muy descarada, entre los militantes las cabezas de los partidos elegían a los que iban a los congresos y estos votaban a las direcciones, con lo que pocas sorpresas se daban en las grandes formaciones). Pero, una vez abierta esta historia, resulta que los partidos tienen cifras de afiliados realmente bajas; y unos censos más bien inflados.