Realmente votamos por las personas, y somos capaces, sin mucha dificultad, de votar por un candidato de una ideología para un puesto (digamos la alcaldía provincial) y de la contraria para otro (como la alcaldía distrital) en las mismas elecciones sin demasiados problemas. Además, se está tendiendo (frente a la alta dispersión en que votamos en algunos ámbitos) a concentrar los votos para los cargos ejecutivos en pocos candidatos (en el caso limeño, básicamente en dos candidatos, al punto que en los 43 distritos ganó o una o la otra, pero no un tercer candidato). En cinco distritos, que no son pocos (de 42 que eligen alcalde distrital), Villarán ha vencido en la fórmula provincial y el Partido Popular Cristiano se ha llevado la alcaldía distrital, si bien es cierto que Lourdes Flores (del PPC) sacó un número similar de votos que su par distrital (no el mismo), sí habría que preguntarnos cómo y por qué los ciudadanos que apoyaban al partido de Susana Villarán (FS) no dieron su confianza al candidato distrital por esta formación (sin contar Carabayllo, donde FS directamente no presentó candidato distrital), en algunos casos la diferencia es abismal (30 puntos entre Villarán y su candidato distrital en San Juan de Lurigancho).