La «ruptura» dentro del fujimorismo es casi graciosa. Y falsa. En todas las elecciones pasa algo como esto, uno de los tantos movimientos que se reclaman fujimoristas intenta ir por libre, y el resto, en mancha, le niega el carné de autenticidad, o algo así. Lo más gracioso es que esta vez la facción «disidente» es ni más ni menos que Cambio 90, partido que lanzó a Fujimori en 1990, partido que se niega a seguir el camino marcado por la actual lideresa del fujimorismo (hija del caudillo) que ha fundado el enésimo partido fujimorista (en el ADN del fujimorismo está el fundar partidos y movimientos como quien cambia de lema electoral, forma parte de su política anti-partidos) por… por… por lo que sea. En fin, Carlos Raffo dice que los de Cambio 90 no son fujimorista, pero ¿qué es ser fujimorista realmente? Porque si es entrar en política para forrarse a costa de todos, idolatrar a un líder preso por casos de corrupción y crímenes contra la humanidad, justificar matanzas, apostar por la mano dura y por «el mercado» y odiar la democracia de partidos y todo lo que huela a izquierda así como ocultar la propia ideología bajo el paraguas del «pragmatismo», Cambio 90 es tan fujimorista como Carlos Raffo.