Una pizarra en la puerta del arzobispado de Ayacucho se leía «No se aceptan reclamos sobre Derechos Humanos«, clara y tajante era la cuestión, Cipriani no quería saber nada con las denuncias contra las fuerzas armadas, no durante el fujimorismo, no contra su amigo y aliado, Alberto Fujimori, o esas Fuerzas Armadas con las que tanto confraternizaba (continuos viajes en helicópteros del ejército lo dejaban más que patente). «No se aceptan reclamos» sigue retumbando en la cabeza de muchos cristianos de esas zonas que intentaban buscar refugio en la Iglesia, y esta se lo negaba sin siquiera escuharlos. Si tienes algo que decir contra el ejército, cállate, era básicamente la postura oficial de esa Iglesia.